Llegó el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, y para este año 2017 el tema central de análisis y reflexión es “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030”.
Si bien hay acciones, más de carácter legislativo, es importante recordar que las leyes por sí solas no cambian las realidades sociales, de ahí que es fundamental hacer visible este tema central para avanzar en el desarrollo integral de las mujeres.
En el ámbito laboral, la realidad es que las féminas tienen menores percepciones que los hombres en trabajos iguales. Algunos expertos hablan de que estas diferencias en nuestro país se acercan al 18% entre unos y otras, por ello, se requieren voluntad y actitud que permitan crear nuevas formas donde los derechos laborales sean idénticos en la práctica para hombres, como para mujeres.
Esta diferenciación no tiene otra explicación. Se trata de un tema de discriminación, de estigmas de estereotipos y de patrones sociales, que segregan y limitan derechos laborales de las féminas.
La repercusión es mayor para mujeres, ya que, llegada la etapa de jubilación, éstas tienen acceso a una baja pensión que los hombres al recibir durante su vida laboral un menor salario, de manera que sus prestaciones sociales se ven reducidas en el futuro por esa diferenciación en las percepciones.
Por ello la necesidad de que empresas e instituciones públicas se certifiquen en la Norma Mexicana en Igualdad y No Discriminación NMX-R-025-SCFI-2015, que tiene como propósito que se incorpore la perspectiva de género y no discriminación en la administración del personal, que les genera a las empresas algunos beneficios tributarios.
Pero esto solo corresponde a las mujeres que laboran en la formalidad.
¿Qué pasa, entonces, con las damas que no tienen un trabajo formal? Todas ellas están en mayor desventaja.
Si no tienen un trabajo formal no cuentan con servicios de salud (37.7%), no tienen prestaciones laborales, no gozan de vacaciones, no reciben aguinaldo, no tienen reparto de utilidades, porque la mayoría trabaja por cuenta propia.
De ahí la importancia de hacer un esfuerzo por visibilizar esta problemática, que en Puebla se profundiza más derivado de que aquí se cuenta con una mayor presencia relativa de mujeres en la estructura poblacional.
Datos nacionales refieren que en el tercer trimestre de 2016, unas 20.8 millones de mujeres de 15 años y más forman parte de la población económicamente activa (PEA) en el país. (ENOE, 2016).
Que la tasa de participación económica es de 43.9%, es decir, casi la mitad de la mujeres en edad de trabajar tienen o están buscando emplearse.
Otro dato de la mayor importancia es que 8 de cada 10 mujeres están ocupadas en el sector terciario de la economía (78.7%).
Resultado: desigualdad y vulnerabilidad, que obstaculizan un desarrollo integral de las mujeres y que repercuten en su salud, en su economía, en convertirse en víctimas de alguno de los tipos de violencias.
Por ello es importante hacer visible y reflexionar sobre la transformación del mundo laboral de las mujeres, que si bien un eje es la normativa, se requiere también, de la suma de voluntades para avanzar con pasos más firmes.
@rgolmedo
Palabra de Mujer Atlixco
rociogarciaolmedo.blogspot.mx