Usted ya debe de estar enterado del feminicidio que fue descubierto el jueves 2 de noviembre en la carretera estatal La Uno-Mecapalap, del municipio de Pantepec.
La mujer llevó por vida el nombre de Claudia Olivares, tenía 22 años de edad.
Presentaba heridas de arma de fuego en flanco derecho del abdomen, en la espalda del lado derecho, en el hombro y el seno izquierdo, además otra como tiro de gracia en el rostro que le perforó el pómulo derecho.
Claudia fue hallada en el acotamiento del kilómetro 11 más 500.
En un principio la mujer fue reportada como desconocida, luego se dio a conocer su nombre y se dijo que trabajaba en una fondita.
En una comida que un servidor tuvo con Jaime Huerta Ramos, quien es fiscal de Investigación Regional, salió a relucir el caso.
La respuesta que dio, fuera de todo contexto.
A quién le importa, andaba por todos lados”.
De nuevo la misoginia apareció tras la muerte de una mujer, ahora tras la FGE.
¿Será por esto que la Alerta de Género se la siguen pasando por el arco del triunfo?
En estos momentos hay dos casos de jóvenes desaparecidas.
Más de los agentes ministeriales extorsionadores
Le dicen “El Flaco”, se llama Alejandro Ocotero y traba de “ida y vuelta” con la Policía Ministerial del Estado (PME).
Ellos le permiten que él y su hijo se dediquen al robo en casas habitación.
El en agradecimiento les da nombres y direcciones de presuntos narcomenudistas para que los detengan y los extorsionen.
Pero la ayuda va más allá de sus nombres y direcciones.
También se comunica con los narcomenudistas y les pone trampas para detenerlos.
Pero no sólo se conforma con delatar, robar en casas habitación, sino que además extorsiona a los sospechosos.
Ocotero se comunica con los narcomenudistas, les pide dinero y les ofrece inmunidad y aún se lo den, los traiciona.
Este es otro empleo de la Fiscalía General del Estado (FGE), la soplonería.
Así se las gastan actualmente con el este Sistema Penal Acusatorio.
Nadie detiene a nadie, sólo todos extorsionan.
Nos vemos cuando nos veamos.