Después de conocer la falta de transparencia con la que se comporta Morena para elegir a sus candidatos, debe quedarnos claro que la democracia no es parte de las prácticas de quienes aspiran a gobernar a nuestro país.
Para nadie es un secreto que la esencia del PRI está muy alejada de la apertura para definir a sus candidatos. La imposición a través del dedazo es una práctica anquilosada, derivada del presidencialismo absolutista que tanto daño nos hizo.
En el PAN las circunstancias no son distintas. Desde su creación, los fundadores de Acción Nacional se dedicaron a presumir que este partido era el único que anteponía la importancia de sus militantes para cualquiera de las decisiones determinantes al interior de éste.
Al surgir Morena, la historia del partido incorruptible, incluyente y transparente caló hondo en quienes estaban hartos de la basura que nos ha gobernado en los últimos 80 años.
Lo único con lo que no contábamos era con que detrás de Morena estaban los mismos que militaron en el odiado PRI.
Los resultados no podían ser distintos.
Morena resultó corregido y aumentado a la hora de implementar su propia democracia.
El hecho de haber ordenado esconder sus encuestas durante los próximos cinco años es revelador.
Además de lo escrito en mi columna de ayer, permítanme retomar otra de mis opiniones redactadas en octubre del año pasado.
Aquí la constancia:
La basura democrática de Morena
Lo dicho, la encuesta de Morena es un fraude para que el dedo lopezobradorista imponga a quien se les ocurra.
De entrada, la supuesta encuesta no incluyó a Alejandro Armenta y decidieron que fueran Luis Miguel Barbosa y Enrique Cárdenas los que jugaran esta ruleta rusa.
En este juego sucio, similar al que Monreal y Sheinbaum escenificaron en la CDMX, Morena armó un nuevo teatro en Puebla, en el que los tres personajes definidos por el Comité Directivo Estatal del partido lopezobradorista fueron la comparsa para que se sumarán los perfiles de los que a la postre saldría el candidato.
En este esquema, Morena tomó la decisión de llevar a la final a Barbosa y Cárdenas, de entre quienes saldrá el abanderado de este partido.
Sin Armenta en la puja, Morena parece decidido a cargarle el peso de la elección gubernamental a López Obrador, pese a que el mismo líder y dueño del partido había dicho que no cargaría con ningún candidato.
Pese a que la tendencia de los opinadores políticos se inclina en que será Cárdenas el ungido, la realidad es que Luis Miguel parece estar más vivo que nunca, con claras posibilidades de ser el candidato.
Al margen de que sea Barbosa o Cárdenas, lo que es evidente es que el partido que se postula como el gran impulsor de la democracia en México, es el promotor de la nueva política del dedazo.
Y pensar que son los grandes críticos de los procesos de elección de candidatos en el PRI y el PAN.
Todos son la misma basura.
Con la designación que conoceremos en los próximos días, les confirmaré mi teoría.
Y tres meses después, desaparecieron la encuesta.
Pregunta: ¿la encuesta fue una transa para respaldar el dedazo de AMLO o son mis nervios?