El toro ha estado presente en las historia de la humanidad, especialmente en los pueblos mediterráneos, desde que se tenga memoria. Al inicio del documental Tauromaquias Universales de André Viard, Gloria Sánchez-Grande dice: “Desde que el hombre se propuso contar su historia el toro ha formado parte de ella” (Viard, 2016).
Pero la existencia de un toro salvaje no implica necesariamente una tauromaquia. En esta nota intentaremos aproximarnos al origen de toreo desde una perspectiva mitología y, en la siguiente entrega, lo haremos desde una visión histórica.
En la mitología griega, Europa era una mujer fenicia. Zeus, enamorado de ella, se transformó en un toro blanco y se mezcló con el ganado de Agenor, rey de Canaán y padre de Europa. Mientras Europa recogía flores cerca de la playa, vio al toro y acarició sus costados. Al notar que era manso, se montó en él. Zeus aprovechó esa oportunidad para raptarla: corrió al mar y nadó hasta la isla de Creta llevando a Europa en sus lomos. Cuando llegó a la orilla, la violó. Fruto de ese encuentro nacieron tres hijos, uno de los cuales fue llamado Minos.
Es decir, para la mitología griega, Europa está estrechamente ligada con un toro. De hecho, la constelación de Tauro le recordaba a los griegos a Zeus convertido en al toro blanco.
El toro y Minos continuaron presentes en la mitología griega. Nos atrevemos a decir, que dicha mitología narra la historia de tres héroes que pudieran ser los antecesores de los toreros actuales.
Minos, ya convertido en rey de Creta, pidió a Poseidón que lo ayudara para que la gente lo aclamara. Poseidón hizo salir de los mares a otro toro blanco para que Minos lo sacrificara en su nombre. Pero Minos quedó maravillado de las cualidades del toro blanco; desobedeció a Poseidón y lo escondió entre su rebaño. En su lugar, sacrificó a otro toro, pensando que el dios de los mares no se daría cuenta.
Cuando Poseidón se enteró, se enojó tanto que hizo que Pasífae, esposa de Minos, tuviera un insólito e incontenido deseo por el hermoso toro blanco que había escondido Minos. Pasífea le pidió a Dédalo que construyera una vaca de madera, recubierta de piel de vaca verdadera. Ella entró en la vaca para unirse al toro blanco. De aquella unión nació el Minotauro, un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza
El castigo de Poseidón siguió. El minotauro sólo comía carne humana y crecía volviéndose cada vez más fiero y salvaje. Dédalo construyó un laberinto para esconderlo, pero había que darle carne humana para tranquilizarlo. Años después de impuesto el castigo a los cretenses, Teseo, hijo de Egeo, se dispuso a matar al Minotauro y así liberar a su patria tanto de Minos, como de su condena.
Teseo recorrió el laberinto hasta que se encontró con el Minotauro, lo mató y para salir de él, siguió un hilo que Ariadna le había dado para evitar perderse. Es así como Teseo se convirtió en el “primer torero” de la mitología.
Pero el famoso toro blanco al que Minos no sacrificó, continuaba causando estragos. Así que Euristeo le pidió a Heracles que se encargara del toro. Heracles consiguió dominar al animal y lo condujo, a través del mar Egeo hasta Micenas. De esta manera es Heracles el “segundo torero” de la mitología. Euristeo por su parte, al ver al hermoso animal, lo quiso ofrecer en sacrificio a la diosa Hera, pero ella, al ver la ferocidad del astado, lo rechazó. Euristeo, entonces, dejó libre al hermoso y temible animal.
El toro blanco continuó causando destrucciones por donde pasaba. Atravesó la Argólide, cruzó el istmo de Corinto hasta que finalmente Teseo, el “primer torero” de la mitología, le dio muerte en la llanura de Maratón, muy cerca de Atenas.
La mitología recoge también la historia de otros toros: los khalkotauroi, que eran dos toros inmensos con pezuñas y boca de bronce, pero que exhalaban fuego por la boca. El rey Eetes le prometió a Jasón el “vellocino de oro” si logra domar a los khalkotauroi y utilizarlos para arar el campo. Jasón sobrevivió a las ardientes llamas de los toros de bronce inhalando una poción mágica que le protegía del calor, convirtiéndose así en el “tercer torero” de la mitología griega.
Podemos afirmar, entonces, que los toreros son descendientes directos de los héroes griegos. Un héroe es un personaje que encarna la quintaesencia de los rasgos claves valorados en su cultura de origen. El héroe posee habilidades y rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias y beneficiosas (“actos heroicos”) para salvar a las personas en peligro. Las narraciones mitológicas se conforman por un inicio casi siempre extraordinario, mediado de diversos conflictos que se resuelven, y un evento final en donde el héroe se confronta con su contrario (ya sea un individuo o conjunto de individuos) y finalmente muere de manera gloriosa para servir de ejemplo al género humano.
Uno de los grupos más importantes de intelectuales mexicanos en la historia de México, los miembros del Ateneo de la Juventud decían que en los mitos griegos se podían encontrar respuestas para prácticamente todos los problemas humanos actuales (Bernal, 2003). Alfonso Reyes afirmó, "leímos a todos los filósofos que fueron condenados por el positivismo como inútiles, desde Platón a Kant y Schopenhauer (...) Leímos a los griegos, que eran nuestra pasión. Estudiamos literatura inglesa. Regresamos, en nuestro camino y en contra de todas las recetas, a la literatura española (Reyes, 1916, citado en Bernal, 2003, p.37).
La cita de Alfonso Reyes es muy ilustrativa para el México actual. No es a través de recetas importadas, contrarias a nuestros valores ?los miembros del Ateneo de la Juventud se referían al positivismo, hoy podríamos referirnos a otras corrientes y cosmovisiones como el “Especismo”, “New Age” o la “Liberación Animal”? como nos conoceremos y podremos resolver las vicisitudes actuales. Tal como lo recomienda Alfonso Reyes, tenemos que regresar a los clásicos y retomar los valores grecolatinos y judeocristianos para entender nuestra esencia como nación y, a partir de estos valores, edificar una nación sólida.
Para terminar, recomiendo ver el documental Tauromaquias Universales de André Viard que podrán encontrar en la siguiente liga: