Los niveles de los acuíferos del Valle de Puebla y Tecamachalco tienen una disminución promedio de un metro lineal anualmente, esto indica que el agua está cada vez a mayor profundidad. En la Ciudad de México, por ejemplo, se perforó a finales del año pasado el primer pozo a 2 mil metros de profundidad.
Con mayor frecuencia recibimos o conocemos de reportes de disminución de volúmenes en pozos y manantiales, además de problemas entre usuarios porque ya no les alcanza el agua para sus necesidades y actividades diarias.
El agua, la base de la vida y de toda la actividad económica de los pueblos, está reduciendo rápidamente su disponibilidad amenazando con ello el desarrollo de las comunidades, la gobernabilidad así como comprometiendo el futuro de las nuevas generaciones.
No obstante de esta realidad, las asignaciones presupuestales nacionales están muy lejos de atender los requerimientos que demanda una agenda hídrica que asegure el abasto de agua, drenaje y tratamiento de aguas residuales al 100 por ciento de la población o del volumen de estas últimas.
Tener ríos y playas limpias parece hoy solo una ilusión ante la falta de contenidos educativos que formen mejores ciudadanos con una nueva cultura frente al manejo de los residuos sólidos, el cuidado y manejo racional del agua, el aprovechamiento extractivo de los recursos forestales, faunísticos y las malas prácticas agrícolas o ganaderas que han erosionado los suelos, su capacidad productiva y de almacenamiento de agua para la recarga de los acuíferos.
Por supuesto que todo lo anterior se hace más crítico por la falta de políticas públicas o de los presupuestos correspondientes para atender las necesidades fundamentales; también por el desconocimiento o la falta de voluntad de gobernantes que, buscando honor y gloria, se han olvidado de las prioridades sociales y ambientales, empeorando más la situación del sector hídrico.
Actualmente, el agua y el ambiente están ausentes en las agendas de partidos políticos y candidatos durante la presente campaña electoral.
Es muy muy cierto que la seguridad pública, el empleo y el combate a la pobreza ocupan el centro de las preocupaciones para ganar el voto, pero el agua es el origen mismo de muchas soluciones que permitan lograr mejores niveles de salud, oportunidades de trabajo y productividad para generar riqueza.
Algunas propuestas de política pública que complementan las tradicionales acciones de mejorar el abasto de agua potable en cantidad y calidad para la población, instalar drenaje, construir colectores pluviales y tratamiento de aguas residuales, son las siguientes:
1. Promover la reforestación masiva de áreas de captación de lluvia para la recarga de acuíferos, fortalecimiento de los existentes y recuperación de los agotados. No hay forma más efectiva para recargar acuíferos que contar con vegetación que en solo 6-10 años de plantación empieza a tener efectos significativos en los niveles de arroyos.
2. Promover la jardinería sin riego en áreas verdes, vialidades y parques públicos con especies resistentes a sequía que reduzcan el consumo de agua potable o tratada.
3. Impulsar el manejo y tratamiento de las cuencas mediante obras de captación de lluvia como zanjas en laderas, barreras vegetales, presas de piedra acomodada o prácticas de mejoramiento de tierras como el subsoleo, que garantice una mayor absorción de lluvia para el cultivo y el acuífero. Cuando sembrábamos teníamos cosecha y agua, hoy que ya no sembramos no tenemos cosecha y se secaron los manantiales, me dijo un día Don Poli en Cuajilote, en el municipio de Acatlán, en Puebla.
4. Apoyar el tratamiento de aguas residuales con reúso definido previamente como una fuente de retorno de parte de las inversiones, concretando ciclos productivos específicos además de revisar la normatividad que motive al tratamiento de las aguas más que la extracción del subsuelo.
5. Apoyar la infiltración directa de la lluvia en las partes altas de la cuenca que reduzca los peligros de inundaciones en la época de lluvias y recargue manantiales y pozos de los centros de población. Hoy le damos más importancia a construir drenajes pluviales que son en todo caso el efecto de no administrar el agua en la parte alta de la cuenca y la razón de escasez de ésta, en la época seca del año.
6. Tecnificar el riego agrícola y no seguir en la acusación eterna de que este utiliza el 70 por ciento del agua extraída del subsuelo. Los desperdicios de agua en surcos y parcelas son los que hoy faltan en las ciudades y pueblos. Requerimos una política de tecnificación de riego que haga sustentable la producción agrícola, facilite el trabajo, mejore la productividad y libere volúmenes para uso público urbano a fin de atender las necesidades más urgentes de la población.
Reforestar masivamente, promover la captación de la lluvia, apoyar la infiltración directa a recarga de acuíferos, tratar las aguas con reúso definido, promover jardines y áreas verdes con menor uso de agua y, tecnificar el riego agrícola para la liberación de volúmenes, son áreas de oportunidad en el sector hídrico.
Y todo lo anterior debería aplicarse, antes de que el destino nos alcance.
* Director de la Comisión Nacional del Agua en Puebla.