México cuenta con 2 mil 400 municipios, 199 mil localidades, 31 mil 500 ejidos y comunidades agrarias, 650 acuíferos, 26 cuentas hidrológicas, 13 regiones administrativas y cerca de 750 microrregiones que corresponden al mismo número de distritos de desarrollo rural.
Las regiones y microrregiones se definen por características ambientales, climáticas, vías de comunicación, centros de intercambio comercial, o zonas por la orientación del escurrimiento de la lluvia en el caso de las cuencas y microcuencas.
Dentro de las regiones o de las cuencas, las problemáticas son comunes a los municipios y las comunidades. En consecuencia, su atención desde el diagnóstico y la planeación debería darse obedeciendo a esta lógica.
Sin embargo, el ejercicio gubernamental se rige en muchos casos por programas de carácter general que atienden las necesidades sin hacer diferenciación de las condiciones particulares de las regiones.
En otros casos, se privilegian las obras y acciones de carácter emblemático que hagan trascender al gobernante, independientemente de la utilidad para los ciudadanos.
Obras y acciones entre más de dos municipios, o entre más de dos entidades federativas, tienen en teoría mayor importancia para la autoridad hacendaria.
Pero, en la práctica, cada vez es más difícil su realización debido a la dificultad para lograr el acuerdo respecto al hecho de saber de qué lado debe de quedar el proyecto, sin que se sienta que al no concretarse en el territorio propio, haya un perdedor o un afectado, como en el caso de los rellenos sanitarios.
El multipartidismo ha complicado aún más el acuerdo de acciones intermunicipales o interestatales que, dependen más de la voluntad personal que de otros factores. Pero quizá, el mayor obstáculo a proyectos de desarrollo regional lo representan la visión territorial de las autoridades, quienes se concentran en atender su municipio o estado, así como la incompatibilidad de la normatividad aplicable para los diversos programas.
Pensar en un proyecto de desarrollo regional para la Mixteca en donde se involucran cuatro entidades (Puebla, Oaxaca, Guerrero y Morelos), en más de 200 municipios, se antoja inviable si no hay voluntad de gobernadores e intervención del Presidente de la República. Pero, igual podría pasar con un proyecto de desarrollo regional de la Huastecas, el Bajío, el Ixtapa-Popo o la Comarca Lagunera.
La política de desarrollo regional sigue siendo un vacío en la atención de las necesidades nacionales y estatales. Esta atención se ha dado en forma puntual y temática pero, puedo asegurar que al concepto regional aún le hace falta fortalecerse.
Es destacable sin duda alguna, la política de desarrollo de las zonas económicas especiales creadas por el Presidente Enrique Peña Nieto; pero otras regiones está aún esperando un trato semejante.
Este trato puede provenir de una política de decretos presidenciales y/o estatales para dar atención a regiones que están olvidadas por las políticas públicas tradicionales.
La pobreza, la inseguridad, el desarrollo productivo, el agua, las vialidades, el desarrollo ambiental y, consecuentemente, la educación y la investigación, requieren de políticas de desarrollo regional.
*Ex Rector de la Universidad Autónoma Chapingo