Además de hacerlo contra sus detractores, que abundan, el futbol femenil debe luchar contra algunos de sus aliados.

 

Cuando tenía trece años, creí que realmente tenía futuro como futbolista. El culpable de aquella mentira fue Don Israel, un viejito que llevaba muchos años jugando a ser el director técnico del equipo del barrio.

“¡Así se hace, Miguelito!”, “¡Muy bien, chamaco!”, “¡Aprendan de Miguel, chicos!”, eran algunas de las frases que, con palmaditas en la espalda incluidas, me decía al finalizar los entrenamientos ante la mirada curiosa de los otros niños.

A mí eso me causaba alegría de lunes a viernes, y angustia los fines de semana. A pesar de los elogios, confieso que los únicos momentos donde olí la pelota fue en los interescuadras; nunca en alguno de aquellos partidos dominicales. Nos encontramos por la calle tiempo después. Tras saludarnos y hacernos las preguntas de rutina, le cuestioné los porqués de semejante agravio. “Quería motivar a tus compañeritos”, respondió sonriendo y sin pena alguna.

Durante su temporada de estreno, el equipo femenil del Club Puebla está convertido en una agradable sorpresa. Tras catorce fechas disputadas, La Franja ocupa los primeros lugares de la liga y parece contar con los argumentos necesarios para meterle un susto a las mandonas de su categoría; un éxito que, afortunadamente, le ha permitido sumar voces y apoyos a su agradable proyecto.

Sin embargo, en esta inercia, una marabunta oportunista y dañina ha encontrado hueco; un contingente de aficionados que a través de vítores y alardes de cariño falso, y con el objetivo de consignar las carencias, yerros y vicios del grupo dirigido por Enrique Meza, utiliza y denigra los logros de Rogelio Martínez y sus niñas.

Dicha atrocidad no es nueva ni exclusiva del futbol poblano. Por el contrario, es una constante, al menos en nuestro país, donde los éxitos colectivos e individuales de las futbolistas son usados para hacer escarnio de lo que los hombres no pueden.

Además de hacerlo contra sus detractores, que abundan, el futbol femenil debe luchar contra algunos de sus aliados.

Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.