En Puebla, además de la inseguridad pública, el robo de combustibles, la pobreza, la desigualdad, la falta de agua, la contaminación ambiental y el deterioro ecológico, hoy debemos agregar a nuestra realidad, la polarización social y la división de los poblanos por el último proceso electoral. Ciertamente, algunos problemas son ancestrales y a pocos les ha interesado atender.
Hoy, en nuestro estado, hay parálisis e incertidumbre en los ayuntamientos municipales, que ahora solo tendrán 3 años y que, con gran pesar, ya ven perdido el primero al no tener con quién hacer la planeación y definir los presupuestos correspondientes, al carecer de la autoridad estatal electa y el término de la vigente.
Por donde quiera que se vea, y sea cual sea el resultado, Puebla ya perdió.
La sociedad se dividió por lo menos en dos grandes partes que esperan la decisión electoral de un tribunal federal. Hay mucha incertidumbre, “apuestas” y quinielas sobre el resultado; algo inaceptable porque sólo se requería respetar los cauces democráticos establecidos en las leyes.
La indefinición que nos preocupa, ha generado vacíos que, entre otras cosas, ha propiciado una percepción de mayor inseguridad, a juzgar por la mayor frecuencia de delitos contra la población; tema que ha pasado desapercibido en uno de los poderes constituidos como lo es el Congreso del Estado en donde, lo que más destaca, es la difusión de confrontaciones y diferencias personales.
Un pueblo pobre, dividido y confrontado, se hace más pobre
Un pueblo pobre, dividido y confrontado, se hace más pobre. Revertir las ofensas y agravios es muy difícil. Revertir la inseguridad, los rezagos sociales, ponerse al corriente en atender las necesidades olvidadas y desatendidas, es un gran reto para las nuevas autoridades. ¡Y, Puebla no lo merecía!
Y digo un pueblo pobre, porque la pobreza en Puebla, no obstante los presupuestos históricos que se han presumido, sigue afectando a más de 60 por ciento de la población, jóvenes, mujeres, tercera edad, campesinos e incluso profesionistas. Este, junto a la inseguridad, son dos de los grandes problemas estatales y nacionales. El primero como causa importante del segundo.
Otros de los grandes problemas estatales son, la escasez de agua en la mayor parte del territorio, principalmente en los acuíferos de Tecamachalco y Libres-Oriental en donde hay déficits y, el acuífero Valle de Puebla se encuentra cercano al límite de disponibilidad. El agua escasea ya y el servicio se está encareciendo. Este es un problema prioritario.
Adicionalmente a lo anterior, se ha dado la pérdida de suelo, de bosques, la reducción de fertilidad de las tierras, el mal manejo de la basura y la falta de tratamiento de aguas residuales que ha generado, en niños y jóvenes, la idea de que los ríos son sucios. Ha faltado voluntad política y recursos para revertir la situación en las diferentes cuencas estatales. Ni la educación ni las políticas públicas han hecho su parte en estos temas.
Sin duda, se han tenido avances en la educación, pero a la rehabilitación de escuelas casi nadie quiere entrarle, ni el gobierno ni los padres de familia. Y a los contenidos educativos poco se le pone atención. Lo cierto es que no hemos preparado suficientemente a la población para la vida, el trabajo, el civismo, la ética y el cuidado del medio ambiente.
Falta una verdadera orientación vocacional
Hay una tarea pendiente de la escuela y la política pública como es el ayudar a los jóvenes a tener mayor conocimiento de sí mismos, de sus talentos y habilidades; falta una verdadera orientación vocacional. Las personas están decidiendo su destino por necesidad, desconociendo en lo que son buenos. Esto impacta en la deserción escolar, cercana al 50 por ciento en bachillerato y un poco más del 30 en niveles universitarios.
Otro problema es el de los presupuestos que solo generan bienestar, pero no crean riqueza que haga sustentable ese bienestar. Después de tener servicios que mejoran las condiciones de vida, las personas tienen problemas para cubrir los recibos de pago.
La aplicación de esos presupuestos históricos, a los que los legisladores federales son muy dados, no siempre corresponde a los problemas prioritarios de la gente, sobre todo si no hay planeación ni estrategias. En la búsqueda de honor y gloria, los malos gobernantes concentran las inversiones, caras y soportadas en endeudamiento a largo plazo, sólo allí donde se ven; en donde propios y ajenos, más los ajenos, puedan admirarlas. No importa que en las periferias, en las provincias, donde casi no hay visitantes, sigan con problemas ancestrales.
Solo se atiende lo que luce políticamente. Se privilegia el apoyo material y económico, sobre los apoyos intelectuales, la capacitación, la asesoría técnica, la formación de recursos humanos más pertinentes, la formación de líderes que guíen el desarrollo de comunidades y regiones. Esto último, casi no se atiende.
Estos son los principales problemas estatales que a lo largo y ancho del territorio poblano he podido conocer y escuchar. Por el bien de Puebla ojalá ya se termine esta incertidumbre y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decida ya, lo que más convenga a los poblanos.
* Ex Rector de la Universidad Autónoma Chapingo.