Con tremendo e importante sangrado del cuello salió caminando y por su propio pie con rumbo a la enfermería Arturo Macías en la que es su plaza; cornada que la prensa hispana, en Aplausos calificaron de ‘gravísima’. Alternaba Arturo esa tarde con sus paisanos, los hermanos José Guadalupe y Luis David Adame quienes al corte de 2 orejas cada uno, pretendieron salir a hombros, y escribo pretendieron porque ante la enorme falta de respeto ante el compañero herido fueron levantados a hombros por sus “sobrecogedores”, que bien cogen los sobres con billetes. Pero el abucheo y silvatiza del público, sus mismos paisanos fue sonora y enorme, y al cruzar la puerta de cuadrillas, prácticamente los hicieron salir agachados y protegiéndose de los objetos diversos que les aventajan.

Esto va en complemento de lo escrito en los “Puyazos” de la semana anterior y ante la petición de que éste golpea-teclas fuera más explicito en decir quien cometió tan tremenda falta, que digna es de la frase que procede: ¡Que poca…!

Escena que ya poco se ve, en el tercio del ruedo; lágrimas en el rostro que mira a un honroso pasado. Todo lo conseguido en su carrera por Pizarro vino a su mente al hacerse desprender la coleta de manos de su padre, de quien heredó la pasión por el toreo. Tanta, tanta pasión que le llevó a abrazar esta profesión que dejó el domingo pasado al despedirse en la gran Plaza. Y, ahí en el tercio, su padre, Federico también; le desprendió ceremoniosamente el añadido de Matador de Toros, ante la mirada curiosa, cuestionante de su hijo, también de nombre Federico el tercero de ellos. En el recuadro de la foto, después de la emotiva escena: Federico padre, llevando de la mano al menor se retiran, dejando al Matador recibiendo la final y muy calurosa ovación de despedida.

El comentario qué hacemos hoy de la falta de respeto en el ruedo vale y lo unimos a la también enorme falta de los comentaristas en turno – de cuyo nombre no vale acordarse – quienes, aún auto- elogiando su proeza, dijeron: Que pese a que el matador había solicitado privacidad al momento íntimo del brindis a su esposa Claudia Cárdenas: ‘el ingeniero “x” echándole ganas logró captar las palabras’, que iban muy, muy en privado. No se vale arrimar así el micrófono por debajo de tablas. Y aplica aquí la expresión: ¡Que poca…!

 

¡Ay Manizales del alma! ¡Ay Manizales  Así cantó Enrique Ponce, o mejor dicho en su propia versión: ¡Mi Manizales querido! Por los gratos recuerdos que le llegan de sus visitas, a esa ciudad de  Caldas, Colombia, sin duda la más taurina de América Latina, o bien puede disputar el puesto con Aguascalientes, pero la disciplina, el orden que predominan en los tendidos loe  albos ropajes y los sombreros “Panamá”  y rojo pañuelo al cuello. Eso sí, Ponce en la vuelta triunfal al ruedo sonriente lució la pañoleta,  bufanda del ron “Viejo de Caldas” apreciado ícono de la localidad

Un toreo en el que magistralmente predomina la serenidad la 6 quietud con que acompaña y tiempla las embestidas el valenciano.

Y ante la furia de la tormenta, predominan también la calma y a serenidad. Eso, una serenidad absoluta, una actitud de dominio sobre las circunstancias adversas. Mucho se le notó el gran esfuerzo por sobre y anteponer un muy tranquilo actuar, sin aspavientos, revoleras al aire y pirotecnia de capote y muleta, que vienen siendo la característica de los otros Adame.

Mostró Gerardo Adame un gran sitio, echando siempre pa’delante, sin importar el lamentable estado del ruedo. No así ha ocurrido recién en las plazas de Puebla y Tlaxcala en donde con leves, ligeros goteos se han suspendido los festejos, sin que las empresas hagan el mínimo esfuerzo por componer el ruedo, ante la desesperante frustración de la afición.