Una hora antes del funeral de estado en la Plaza de la Victoria, la cúpula del panismo arrinconó a la Secretaria de Gobernación para comprometerla a conceder la gubernatura interina para un miembro del grupo morenovallista.

Lucrando con el momento anímico que invadía a todos los ahí presentes, en pleno día de Navidad, los oportunistas “herederos“ de quienes habían perdido la vida un día antes, salieron de esa reunión en Casa Puebla, convencidos de que el interinato recaería en la persona que ellos, —sin consultarlo con nadie más— decidieron durante la amarga cena de Noche Buena.

Los auto nombrados herederos del morenovallismo determinaron que fuera Jesús Rodríguez Almeida la carta que debía ser ungida como el gobernador interino de Puebla.

Tres personajes se adueñaron del “legado” morenovallista, con una desfachatez fuera de serie.

Roberto Moya, Luis Banck y Eukid Castañón decidieron por todo el panismo incluido el líder nacional Marko Cortés.

En la reunión de Casa Puebla, el grupo de los tres sorprendió al inocente líder panista, que les compró la historia de Almeida.

Su necedad y soberbia les impidió ver que su proyecto de permanencia nació muerto.

Jurídicamente, Rodríguez Almeida estaba impedido y en esta columna se los dije.

Su ceguera les impidió darse cuenta que se dirigían directamente al precipicio.

En distintas columnas les anticipé y les documenté lo que terminaría sucediendo en el Congreso del Estado.

Nunca lo quisieron ver.

En su inocencia, Marko Cortés se aferró en Almeida, contra la corriente de los propios gobernadores panistas, quienes exigían que fuera un militante el interino.

Después del ridículo vivido en el Congreso del Estado la mañana del lunes, no faltaron los panistas que se desgarraron las vestiduras contra los diputados que presentaron en el Congreso la carta de Almeida.

Evidentemente los líderes panistas buscan lavar sus culpas buscando chivos expiatorios.

No se hagan bolas, los verdaderos culpables son quienes le presentaron la tarde del 25 de diciembre a Olga Sánchez Cordero el nombre de Jesús Rodríguez Almeida.

Quienes enterraron al PAN en Puebla tienen nombres y apellidos: Marko Cortés, Roberto Moya, Luis Banck y Eukid Castañón.

Es tiempo de asumir culpas.

El nuevo gabinete

Sin cuestionar capacidades, lo que hoy despierta extrañeza es el origen de los nuevos miembros del gabinete de Guillermo Pacheco Pulido.

Los confirmados hasta ahora son tres ex colaboradores de Rafael Moreno Valle.

Se trata de Fernando Manzanilla, Fernando Crisanto y Antonio Peniche.

El primero, es quizá el más polémico de todos. Amigo, cuñado y operador de confianza de Rafael, pero después convertido en un serio opositor morenovallista, tras la ruptura por un incumplimiento político.

Manzanilla ha sido el principal golpeador oculto del morenovallismo, lo cual le abrió el camino en Morena, donde llegó a la diputación federal y de ahí a la SGG.

Sin duda, Fernando ha sido el más capaz de los miembros del llamado Grupo Finanzas y el salvador de la campaña de RMV.

Visto desde el ángulo de Pacheco Pulido, la apuesta parece certera. Pocos como Manzanilla conocen el área de Gobernación.

La duda se centra en su evidente cercanía con Luis Miguel Barbosa, lo cual lo hace un sospechoso y virtual operador de la campaña a gobernador.

De sus acciones dependerá calificarlo como un eficiente secretario, o un operador de una elección de estado.

El caso de Fernando Alberto Crisanto requiere de poco espacio. Su experiencia el Comunicación Social es incuestionable, aunque su ir y venir entre el ejercicio periodístico y el sector público lo hacen un saltimbanqui de la comunicación.

El sorprendente retorno a Puebla de Antonio Peniche vale la pena una columna entera, pero hoy puedo decir que fue un miembro de la burbuja en los tiempos del Grupo Finanzas con Rafael y que quizá haya sido el primero en desertar tras los maltratos del iracundo Rafael.

Fue delegado de la SCT en Hidalgo en tiempos de Felipe Calderón, lo cual puede explicar su llegada a la Secretaria Infraestructura.

Otro cargo en tránsito, es el de la Secretaria de Educación, en donde se perfila a Guillermo Aréchiga, que aunque es ligado también a Moreno Valle, realmente sus lealtades obedecen a Elba Esther Gordillo.

De los otros cambios, les iremos comentando.

Por hoy no me queda otra cosa que decir que “nadie sabe para quién trabaja”.