En 2010, el panismo festinaba el hecho de sumar a una alianza partidista para ir por Casa Puebla. Nunca en historia del PAN estaba tan cerca de gobernar el estado.
En esa ocasión todo era miel sobre hojuelas. En 2011, el éxtasis panista llegó a su clímax, por fin gobernaría Puebla, un sueño que los panistas que fundaron ese partido nunca pudieron ver.
Hoy, casi una década después, el panismo poblano tiene que pagar la factura de haber entregado el partido a Rafael Moreno Valle. Pocos muy pocos militantes del blanquiazul tuvieron la dignidad y sobretodo los tamaños políticos para no doblegarse al poder.
Prácticamente todos los liderazgos panistas se arrodillaron al paso del deslumbrante Moreno Valle. Salvo Ana Teresa Aranda y Humberto El Tigre Aguilar se apegaron a sus principios y valores partidistas para mantenerse firmes a las tentaciones del poder. Las consecuencias fueron devastadoras para ellos pero ganaron calidad moral, los demás liderazgos se denigraron y perdieron todo: su partido y su integridad política y partidista.
Hoy que viven en la orfandad política, estos liderazgos entreguistas simplemente no tienen la capacidad para recuperar su partido y mucho menos la calidad moral para sacarlo del bache en el que cayó.
Ahora, casi diez años después, los únicos que tienen la calidad moral para abanderar las causas del panismo poblano son Ana Teresa Aranda y Humberto El Tigre Aguilar.
Ambos tienen la capacidad no solo para conducir los destinos panistas sino abanderar a su partido en las elecciones extraordinarias.
Desafortunadamente para el panismo, estos personajes tienen otros objetivos y tal vez, no estén interesados liderar un partido en ruinas, muy superiores a los del panismo aldeano.
Tanto Anatere como El Tigre tienen la fuerza mediática para enfrentar las elecciones del próximo mes de junio. Tienen mayor presencia mediática y el respaldo de los electores.
Hoy como hace casi diez años, el panismo no tiene otra alternativa más que rentar la franquicia, con la desventaja de que en esta ocasión, no hay un liderazgo que les garantice la victoria.
Sin duda, el costo del entreguismo fue alto, los liderazgo tradicionales se quedaron sin partido, sin capacidad resilente y sobretodo, calidad moral para encabezar un movimiento lo suficiente fuerte para ir por Casa Puebla.
Estamos en la antesala de ver al panismo regresar de donde salió, con la diferencia de que no hay líderes que puedan revitalizar al partido, reinventarlo y salir avante.
Veremos de que están hechos.