Ante el inicio de una nueva feria de San Isidro y previo a la presentación de los toreros mexicanos Joselito Adame (17 de mayo) y Luis David (18 de mayo), vale la pena recordar los grandes triunfos de toreros mexicanos en ruedos españoles entre 1930 y principios del 1936. 

La faena del maestro Fermín Espinosa “Armillita chico” al toro “Centello” de la ganadería Aleas en el 5 de junio de 1932 fue casi tan importante en la historia del toreo moderno, como la de Chicuelo a  “Corchaíto”. 

Óleo de Ruano Llopis que ilustra la tauromaquia mexicana

A raíz de los triunfos del maestro Fermín en Madrid, los Bienvenida iniciaron una campaña de desprestigio en su contra y algunos empresarios lo vetaron de sus plazas. No obstante, Armillita tuvo grandes tardes en Bilbao, Sevilla, Francia y Portugal, se convirtió en un ídolo de la afición. José Carlos Arévalo describe esa época de la siguiente forma: “Había mantenido una larga lucha en su marcha ascendente durante varios años en España, observando cómo toreaban más otros diestros que valían mucho menos, era un torero que sólo hablaba en el ruedo y permanecía absolutamente callado en los entre bastidores del toreo".

Fermín Espinosa "Armillita chico". 

A partir de la corrida de la Prensa en Madrid en el año 1933 la situación cambió para Armillita. Un corridón de toros de Carmen de Federico (antes Murube) para Fermín Espinosa, Domingo Ortega y Manolo Bienvenida. La corrida era tan seria, que el Papa Negro prefirió mandar un parte facultativo para justificar la ausencia de su hijo Manolo. Armillita triunfó en grande y se colocó en la cima del toreo. Ese año lidió 53 corridas, al año siguiente toreó más de 60 y en 1935 encabezó el escalafón con 64 festejos (mismo número que Manolo Bienvenida).

En 1934 Armillita realizó su faena cumbre al toro “Clavelito” de Justo Puente el 29 de julio en Barcelona alternando con Juan Belmonte y Marcial Lalanda. José Pagés Rebollar narra lo que el maestro Fermín le contó de aquella corrida:

…la tarde más espectacular de mi vida, Pepe, tuvo lugar en Barcelona una vez que alterné con Belmonte y Lalanda. Belmonte cortó una oreja, Lalanda dos orejas, un rabo y una pata. Yo por primera vez en la historia del toreo corté cuatro patas, dos orejas, el rabo y los testículos de Clavelito, toro de la ganadería Justo Puente.

Armillita y Juan Belmonte en Barcelona el 29 de julio de 1934

José Carlos Arévalo dice que en esa faena hubo muletazos realizados según los cánones de Belmonte, pero enlazados de acuerdo con la ligazón gallista. Una faena que resumía la historia del toreo: “de inspiración y dominio improvisados, propios de la tauromaquia decimonónica, expuestos con el trazo más depurado del toreo moderno”.

Foto: Cortesía

Podemos imaginar la dimensión que había alcanzado Fermín Espinosa leyendo el texto de una placa que se colocó en Valencia después de la faena que realizó al toro “Cortijano” de Miura en 1935:

Recordará este bronce la mejor faena de muleta, los mejores pares de banderillas, que el sinigual torero mexicano, Fermín Espinosa Armillita realizó con el toro de Miura Cortijano, en esta plaza. La mejor faena que se ha hecho en España, se hizo en esta plaza, el día 25 de julio del año 1935.


Armillita en un desplante

Armillita no era el único torero mexicano que triunfaba en Europa. Otros diestros iban haciéndose de cartel y toreando más corridas en las principales plazas en España. Por ejemplo, Heriberto García realizó una inolvidable faena al toro “Tejero” de Bernaldo de Quirós (antes Duque de Tovar) en la vieja plaza de Madrid el 20 de abril de 1930. El cartel lo completaban Mariano Rodríguez y José García “Marea II”.  Heriberto toreó por gaoneras en dos quites muy aplaudidos, clavó buenos pares de banderillas, uno de ellos por dentro, muy emocionante. La faena de muleta fue superior y emocionante. Federico M. Alcázar en el diario el Imparcial la describió de la siguiente manera:

Después del ayudado, ligó el natural y el de pecho con la zurda magníficos. Se cambió la muleta a la derecha y dio una serie de pases altos, redondos, de la firma y de pecho maravillosos. Cada pase provocaba una ovación. Tan cerca estaba, tanto arte ponía en la ejecución, tan suave y lenta corría la mano que hubo momentos de una belleza arrebatadora.

Había toreado tan bien que decidió coronar la actuación en la suerte de recibir. Zoquetillo, en el diario El Mañana, lo narró de la siguiente forma:

El valor del mejicano es pasmoso. Cita tres veces a recibir y sobreviene lo que se esperaba: el toro lo empitona en el muslo y lo arroja a tierra. En brazos de las asistencias pasa el mejicano a la enfermería en medio de ensordecedora ovación. ¡He ahí un valiente!

Una faena completa, poderosa, pero de factura carísima. Le llevaron las orejas y el rabo a la enfermería. Heriberto García tardó meses en sanar y no volvió a ser el mismo. A partir de esta tarde su carrera fue de altibajos. Pese a ello, todavía tuvo tardes grandes como cuando cortó un rabo a un toro de Miura en el Toreo en 1931. Protagonizó, además, el único cartel con tres mexicanos en Madrid el 17 de abril de 1932 alternando con Armillita chico y David Liceaga con toros de Alipio Pérez Tabernero.

No fue el único rabo que mexicanos cortaron en la vieja plaza de Madrid y que provocaron la ira de los coletas españoles. Según cuenta Rafael Cabrera Bonet, Fermín Espinosa le cortó las orejas y el rabo a un toro de Lamamie de Clairac el 8 de junio de 1933 y Luis Castro “el Soldado” a los novillos “Palitroque” de Torre Abad (29 de julio 1934) y “Rosalejo” de Coquilla (23 de agosto 1934).  En ese año de 1934 el Soldado actuó en 43 novilladas en España y, al año siguiente, después de su alternativa, sumó 29 corridas de toros.

Otro Mexicano, Lorenzo Garza, alternó con el Soldado en aquella novillada del rabo en julio de 1934.  Así detalla la tarde José María de Cossío:

… solos los dos mexicanos y se entabló entre ellos tal emulación que el público, primero absorto y después entusiasmado, no cesaba de ovacionarles. El Soldado lanceó con enorme variedad con el capoteo, banderilleó estupendamente, hizo unas magistrales faenas de muleta y, al matar, prescindiendo de la muleta, que tiraba a un lado, utilizaba el pañuelo para vaciar al toro en la suprema suerte. Sobre todo en su primero, en que la estocada quedó perfecta en lo alto del morrillo, muriendo el toro rápidamente, las vueltas al ruedo, y tuvo que saludar muchas veces desde los medios, varias de estas con Garza, que también toreó con gran fortuna. De aquí surgió una competencia entre ambos muchachos, y la organización de varias novilladas, ya acompañados de otro matador, ya solos, en que los billetes se acababan en la taquilla tan pronto como ésta se abría, con la suerte para los aficionados madrileños que en en ninguna de ellas defraudaron su interés.

Luis Castro "el Soldado" en Madrid citando con un pañuelo en 1934

Además de Armillita, Heriberto García, “el Soldado” y Garza, había otros mexicanos como “Carnicerito de México” y David Liceaga abriéndose paso en España. Esto provocó alarma en algunos toreros y apoderados españoles. Como mencionamos anteriormente, la familia Bienvenida, encabezada por el Papa Negro, veían en Armillita una amenaza para colocar a Manolo Bienvenida como máxima figura de la baraja española. Marcial Lalanda, quien aspiraba ser el más grande como dice su pasodoble, se daba cuenta que los mexicanos lo superaban en valor, arte y torería. En el siguiente artículo veremos cómo, desde la Sociedad de Matadores idearon argucias jurídicas para impedir que matadores mexicanos torearan en España. 

Deseamos que el recuerdo de las figuras mexicanas de los años treinta inspire a los hermanos Adame en San Isidro 2019 para volver a tener paisanos de puerta grande.