Es cierto que la congruencia difícilmente se encuentra entre las virtudes de los políticos, sin embargo me parece absurdo que en esta ocasión los priistas, esos que desde hace años gozaron de las mieles del poder, hoy simplemente se desentiendan de lo que podría ser su mejor tabla de salvación: Su candidato a la gubernatura, Alberto Jiménez Merino.

El tricolor ha tenido, a nivel local y nacional, cientos de candidatos y representantes impresentables, nombres y apellidos que lejos de abonar al partido lo han convertido en la imagen más repudiada por los mexicanos.

Y para ellos, para los impresentables, la estructura del PRI y el apoyo económico no se han escatimado, ni a nivel local ni nacional, el dinero y la organización ha llegado puntualmente.

Pero en esta ocasión, donde Jiménez Merino rompe con los negros historiales de corrupción que tiene el partido, donde se presenta un cuadro auténticamente priista, cercano a la gente, que ha trabajado en el campo poblano y que su paso como exdelegado y exrector de la Universidad de Chapingo no han sido marcados por los escándalos, la historia es completamente diferente.

A los líderes del expartidazo “se les olvidó” dar el respaldo. Para el ingeniero simplemente no hay apoyo, en una inexplicable decisión, los “de arriba” le dieron la espalda al que podría ser gobernador.

Si bien el Partido Revolucionario Institucional no vive los mejores momentos de su historia, tampoco se ve que en Puebla quieran rescatar lo que perdieron hace nueve años y que no han sabido o mejor dicho, no han querido recuperar.

En las últimas tres elecciones a gobernador, la dirigencia nacional ha dejado en la orfandad a sus candidatos. Primero lo hizo con Blanca Alcalá, posteriormente con Enrique Doger y ahora se da el lujo de desperdiciar la oportunidad con Alberto Jiménez Merino.

Basta ver cómo el pasado domingo mientras Marko Cortez cobijaba a Enrique Cárdenas y Yeidckol Polevnsky a Miguel Barbosa, Jiménez Merino quedó en la orfandad ya que no hubo un representante nacional que saliera a acompañar a su candidato en Puebla ni antes ni después del debate.

En estos 53 días de campaña, sólo una ocasión estuvo Claudia Ruiz Massieu en Puebla para apoyar al abanderado del PRI, en el arranque, fuera de ese momento, la dirigente nacional del tricolor simplemente se desentendió del estado y de su candidato.

Ayer mismo el candidato Jiménez Merino ofreció una rueda de prensa en las instalaciones del CEN del PRI, allá en la Ciudad de México, en el icónico edificio de Insurgentes Norte, pero ningún personaje de renombre lo acompañó.

El candidato estuvo acompañado por el presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI en Puebla, Lorenzo Rivera Sosa, de la Secretaria de Asuntos de Atención a las Personas con Discapacidad, Norma Aceves García, así como del secretario de Operación Política, Jorge Márquez, y del Delegado Especial del CEN en Puebla, Miguel Castro Reynoso.

Las ausencias, ayer, también se notaron en la capital de Puebla. Previamente se informó a los medios de comunicación de una conferencia de prensa donde presuntamente estaría el líder  nacional de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Ismael Hernández Deras, para respaldar a su candidato, pero éste nunca llegó. En el evento sólo se dieron cita algunos líderes cenecistas de otros estados, que no votan en Puebla.

  • La última llamada

Ante los arrebatos que ha tenido el candidato del PAN, Enrique Cárdenas, quien cada día se muestra más iracundo, bien harían los priistas en quemar sus naves y realmente apostarle a su caballo, en una de esas, el pueblo está tan desilusionado de la Cuarta Transformación y de las locuras de “Ya saben quién” que termina por hacer gobernador a Jiménez Merino.