Hace casi once meses, durante la última semana de junio, escribí en diferentes entregas de esta columna sobre el sentir general que había entre los poblanos a unas horas de las elecciones que en ese domingo 1 de julio se jugaron la presidencia de la República, gubernaturas, senadurías, diputaciones federales, locales y presidencias municipales.

Este miércoles, a unas horas de que inicie la veda electoral y la necia Ley Seca, las circunstancias son muy distintas principalmente porque los dos candidatos punteros a la gubernatura tienen un margen mucho más grande en las preferencias electorales, al menos así lo marcan las encuestas.

Si bien es cierto que Miguel Barbosa repitió campaña, las circunstancias no son las mismas. Hoy el partido en el poder (federal y local), incluso la mayoría en los congresos (local y de la Unión), es Morena. El PAN de Moreno Valle que tenía en Puebla el carro completo hasta hace un año, simplemente ya no existe. 

Tampoco tenemos un mundial futbolero en puerta aunque para efectos prácticos el electorado está tan desinteresado en los eventos masivos como lo estuvo hace once meses, durante los partidos de la selección mexicana.

Otra diferencia que no debemos obviar es el árbitro electoral. El Instituto Electoral del Estado (IEE) que fue acusado en innumerables ocasiones de ser parcial e incluso de beneficiar a Martha Erika Alonso, este proceso, simplemente no participa. La responsabilidad, para bien y para mal, recae exclusivamente en el organismo federal, al margen de que repitan que se trata de un trabajo en colaboración.

Cinco meses antes de las elecciones de 2018 y durante cinco meses después la incertidumbre entre los poblanos era: ¿Quién será el próximo gobernador o gobernadora?, fue incluso hasta diciembre que pudimos saber de cuál lado había caído la moneda.

Aquí un párrafo de lo que escribí días antes de la elección sin saber que se judicializaría el resultado: “El próximo lunes amaneceremos sabiendo quiénes serán nuestros nuevos gobernantes, particularmente, en Puebla, tendremos nuevo presidente, gobernador, alcalde y legisladores. A cuatro días de la votación la realidad es que la elección de cargos en Puebla es verdaderamente incierta”.

En el caso de la elección a gobernador la verdadera guerra estaba en dos polos: “Aplicando un raciocinio simple, estamos ante una disyuntiva, la del tsunami lopezobradorista contra la estructura morenovallista”.

En contraparte de hace un año, el voto antisistema o de castigo no tendrá el peso que tuvo en 2018, aunque el oculto sigue siendo un valor que puede dar la sorpresa.

Sin embargo, hay una cuestión que se mantiene: El estado de ánimo de un electorado altamente sensible, que sufraga de acuerdo a su condición del día.

“Por increíble que pueda parecer a quienes no conocen la idiosincrasia mexicana, aquí influye la selección nacional, la lluvia, la serie de Luis Miguel y todo acontecimiento banal e inimaginable”, escribí en la víspera de aquellas votaciones y es una frase que esta vez, también aplica.

En tan solo 11 meses, el escenario político en Puebla es diametralmente opuesto. La incertidumbre ya no es la constante ni existe aquella maquinaria morenovallista que presumió de ganar todas las campañas.