La campaña a la gubernatura debe dejarles una lección a Luis Miguel Barbosa Huerta y a su equipo más cercano, el estratega del morenovallismo, el que manejaba las estructuras, tenía nombre, se llamó Rafael Moreno Valle Rosas y murió el 24 de diciembre de 2018, sin haberle heredado a nadie lo que él dominaba y manejaba.

De ahí que todos los supuestos operadores que buscan lucrar con su ‘expertise’, argumentando que cuentan con miles de votos para ponerlos a la disposición del mejor postor como si fueran de su propiedad, son una forma muy simple para defraudar ilusos.

Ya es tiempo de que personajes como Leobardo Soto Martínez, René Sánchez Juárez, Gonzalo Juárez, Maritza Marín, y otros, que no tenían nada que ofrecerle al candidato, dejen de lucrar con un capital político inexistente.

Observando el comportamiento del voto por distritos y la forma en que se redujo la supuesta ventaja, queda claro que el voto corporativo pasó a convertirse en uno de los grandes mitos de la política mexicana.

Habría que preguntar dónde quedaron los votos de los miles y miles de acarreados a esos eventos en donde estos mercenarios le aseguraron a Barbosa que su triunfo estaba asegurado.

Por eso es que el dos a uno fue una fantasía, porque los eventos organizados por los líderes de la CTM, FROC, CNC y todos los que se les ocurran, son también una ilusión.

Los resultados electorales revelan el nulo trabajo que hicieron, porque ellos ya no tienen una estructura real. Sus acareados son personas que acuden al mitin del mejor postor y que el pasado domingo dijeron que apoyarían pero se quedaron en sus casas. Evidentemente les hizo falta Moreno Valle para intimidarlos.

Lo anterior, sumado a los malos gobiernos de la mayoría de los municipios gobernador por Morena dejó que creciera el número de votos de un candidato gris como Enrique Cárdenas.

Hace un año por estas fechas, Leobardo Soto junto con Erika Díaz organizaban un evento de taxistas para la candidata Martha Erika Alonso Hidalgo, donde presumieron el supuesto músculo. Él era un feroz crítico de la Cuarta Transformación, pero sobre todo, era un empleado más de Rafael Moreno Valle, quien le dejó el negocio del acarreo de material para las plataformas AUDI, mismas que manejó el líder obrero, quien por cierto se desconoce si realmente trabajó en algún momento como obrero, como si lo hizo Don Blas Chumacero.

Pero a Leobardo ya no se le vio el domingo, las supuestas estructuras que llevarían a una aplastante victoria no se hicieron presentes y la diferencia quedó en sólo 11 puntos.

René Sánchez Juárez quien se dice líder obrero, pero tampoco sabe lo que es trabajar en una empresa, y maneja la franquicia de la FROC heredada por su papá Constantino Sánchez Romano, también desapareció. El abogado que era empleado de Moreno Valle no movió la estructura, por la simple y sencilla razón de que ésta no existe.

Mientras Gonzalo Juárez líder de los trabajadores sindicalizados del ayuntamiento demostró que es bueno para pedirle cuotas a las naranjitas, pero la movilización electoral no es lo suyo.

Y terminamos con Maritza Marín Marcelo quien presumió de llevarse la estructura de la CNC con Barbosa, sólo que esa estructura cenecista le dio al menos 50 por ciento de los votos a Alberto Jiménez Merino.

Al paso que van, éstos personajes que sólo saben vender espejitos, es posible que terminen pidiendo una licencia a Claudia Rivera para poner su puesto en la vía pública.

Porque no creo que después de lo del domingo, algún candidato les vuelva a comprar un espejito más.