Las desafortunadas declaraciones del pasado fin de semana hechas por la presidenta municipal, Claudia Rivera Vivanco, pidiendo que la dejen trabajar son aberrantes y francamente ofenden a quienes vivimos en esta capital.
Un político profesional no puede tirarse al piso lloriqueando por los rincones por ser criticado por no dar los resultados esperados.
Si tanto le molesta la crítica, pues que se ponga a trabajar y punto. Pero la realidad es que la funcionaria y su equipo perdieron los primeros cinco meses del año para la ejecución de obra pública, desaprovechando la llamada época de secas en la que se pudieron reparar las vialidades que se encuentran en situaciones deplorables.
Y no se puede pretextar que no tuvieron tiempo para ejecutar, pues su administración inició el 15 de octubre y en dos meses y medio se pudo planear lo que debía hacerse durante este año. La señora Rivera pudo trabajar en un cronograma donde se establecieran las obras y servicios prioritarios en la Angelópolis.
Y sí, la presidenta municipal se equivoca cuando pide que la dejen trabajar, ya que nadie le detuvo las manos de enero a mayo cuando se pudo pavimentar, relaminar, desazolvar y realizar muchas otras acciones en favor de los poblanos.
Y ya que estamos en los temas críticos del municipio, me brinca otra duda: ¿Por qué la tolerancia al comercio ambulante, y la persecución hacia los pequeños comercios por el área de normatividad en el Centro Histórico?
Es incomprensible que mientras el comercio formal sufre de clausuras sin fundamento, los ambulantes pululen en todo el primer cuadro de la ciudad.
Por increíble que parezca, comerciantes que pagaron sus licencias de funcionamiento y que pagan impuestos son presa de las pesquisas municipales, mientras que los ambulantes se apropian de nuestras calles, disfrutando del libertinaje decretado en su favor por la señora Rivera.
Quienes caminamos por el Centro Histórico vemos con impotencia cómo se ha convertido en tierra de nadie.
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Aréchiga con el pie derecho
El próximo secretario del Transporte, Guillermo Aréchiga parece que ha iniciado con el pie derecho su trabajo al haberse reunido con un sector transportista, considerado como duro. En la mesa de diálogo del pasado jueves aceptó analizar los planteamientos que van más allá del aumento de la tarifa al transporte público, sino que tienen que ver con la seguridad, la renovación del parqué vehicular y un punto elemental: reordenar las rutas del transporte.
Sin amenazas hacia los integrantes del gremio, Aréchiga comenzó buscando el diálogo y de acuerdo con los presentes en la reunión, se espera que ésta vez se atiendan los problemas en lo general y no solo en lo particular y de una vez por todas se logre la reingeniería que tanto han pedido los poblanos, y no quede todo en nuevos parches al sistema como el sistema RUTA.
Es un buen primer paso el de Aréchiga, pero el camino es largo y muy complejo. Habrá que ver si Puebla se transforma y se moderniza en materia de transporte o si sigue hundida en la mediocridad y la ineficiencia con el mismo servicio obsoleto que tenemos desde siempre. ¿Lo logrará el nuevo gobierno?
Veremos y diremos.