Tres estampas del pasado fin de semana:
Manifestaciones de mujeres en diversas ciudades del país en contra de la violencia que sufren cotidianamente. Algunas de sus participantes se tornan agresivas y vandalizan paredes, monumentos y patrullas. La mayor parte de los medios de comunicación centran su información solo en esto último y descalifican y condenan a todas las manifestantes y olvidan por completo el motivo por el cual se manifestaron. La discusión en redes es viral y muy agresiva, hay descalificaciones y ofensas. Aquí también es olvidado el motivo por el cual tantas mujeres están enojadas, desesperadas y deciden manifestarse.
En el entronque de Amozoc hay un pequeño accidente, un auto golpea la puerta del otro. Los ocupantes del automóvil golpeado agreden al chofer del otro auto, lo dejan inconsciente y al momento de huir, a pesar de los gritos de los que estaban viendo, pasan su automóvil encima del cuerpo inerte del otro chofer.
Después de 8 días desaparecida el cuerpo de Judith Abigail es encontrado en la carretera que lleva a Santa Cruz Alpuyeca. Tiene muestras de mucha violencia. A pesar de la denuncia oportuna de su familia no fueron activados los protocolos para este tipo de casos. El último hombre que la vió, con quien fue ese día al campo de tiro, hizo una declaración extraña de los hechos, con varias contradicciones y hoy está desaparecido. Es el feminicidio 62 en Puebla en lo que va de este año.
Una sociedad cada día menos sensata, más enojada y enfrentada. Como sistema algo estamos haciendo mal, muy mal. Esta normalización de la violencia es un tema que nos atañe a todos, no solo a las autoridades.
Porque sí, era deseable que en las manifestaciones de mujeres no hubiese habido desmanes, son condenables y no debieron haber ocurrido, pero más deseable era que no hubiesen tenido que manifestarse y que las autoridades de CDMX hubieran respondido como corresponde a los casos denunciados. Más deseable aún es que las mujeres no estén tan enojadas por la violencia que sufren diariamente, que no se sientan en peligro constante en su trabajo, en la calle, en el transporte y hasta en su casa.
La violencia cotidiana contra las mujeres debemos enfrentarla entre todos, no solo ellas. Es un asunto de educación y valores que se maman en casa y se fortalecen en el sistema educativo. No es un asunto solo de las autoridades, porque no hay una autoridad presente en el momento que un tipo le hace insinuaciones molestas a su compañera de trabajo o su jefe le hace propuestas sexuales constantes. No hay autoridad posible que vigile todas la calles, todos los transportes todo el tiempo. Ni hay autoridad en cada casa donde el hombre ningunea, agrede, viola y mata a una mujer. Las autoridades deben estar para castigar a los culpables como en el caso de Judith Abigail.
Aunque se hacen algunos esfuerzos por cambiar esta situación, está claro que no están siendo suficientes. Mientras no cambiemos desde la casa la visión patriarcal y machista, entendamos mejor los roles y generemos relaciones sanas entre mujeres y hombres, no avanzaremos lo necesario.
No entenderlo así y cambiar el enfoque a algunos actos violentos en una manifestación necesaria y justa habla de enajenación, falta absoluta de empatía o de plano de una visión retorcida de la realidad.
Y lo mismo aplica para la violencia, que ya volvió excesiva y cotidiana como la del caso del entronque de Amozoc.
Los focos rojos están encendidos y no estoy seguro si como sociedad nos estamos dando cuenta.
- 1.- Mi solidaridad con Juan Manuel Jiménez reportero de ADN 40 y MVS quien fue agredido por un individuo mientras hacía su trabajo en la manifestación del viernes en CDMX.
- 2.- Hay elecciones en el PAN municipal el próximo domingo y más que propuestas se escuchan puras descalificaciones.
- 3.- Una vez más el Puebla FC sin pies ni cabeza y sin más futuro que navegar en la mediocridad. Ya son muchos años.