Mis intolerantes, después de unas largas vacaciones (pero no tanto como las que le esperan al impresentable de Héctor Alonso), ya regresó su mero mero.

Les voy a decir la neta: me hubiera gustado hacerlo en otro momento, entre otro tipo de noticias, y no como la que ahora tiene encabritada (con justa razón) a mi Puebla chula, como el aumento al precio del transporte público.

Por el lado que se le vea, no sé ustedes, pero a mí se me hace una desgraciadez: la oposición (que da mucha 'genohueva') rasgándose las vestiduras por algo que ellos ya tenían acordado para principios de este año. ¿Ahora resulta que se indignan y abogan por nuestros bolsillos? Qué cinismo.

También, la desfachatez de ensartarnos un aumento cuando la delincuencia en el transporte público anda a lo que da; cuando las calles son un desastre; cuando las rutas se caen a pedazos y cuando cada viaje representa ponernos en manos de mucha bestia al volante. ¿O será que ahora sí pondrán manos a la obra para meter al orden a la mafia del transporte? Yo quiero velas... no cerillos.

Al final, después de un sinfín de reuniones y reuniones y más reuniones (a las que, pa’ variar, no fuimos convocados los que sí nos trepamos a combis y micros), se sabe que la tarifa quedará en 8 varitos y que de los que sí se acordaron es de nuestros viejitos que seguirán pagando la mitad y para los discapacitados que merecidamente viajarán de gorra.

Bartlett; el dinosaurio sigue ahí

Y ya que hablábamos de cínicos, como los de la mafia del transporte, pues hay otro que sí se llevó las palmas en los últimos días; el dinosaurio mayor: Manuel Bartlett.

Cómo tiene que ser uno de miserable, como para negar a la pareja que te ha acompañado (con esa carita y con esas mañas) durante décadas, con tal de seguir chupando del erario público.

Lo peor de todo, porque estos güeyes siempre encuentran manera de superar sus miserias, es que nuestro Presidente, el salvador de la patria, el que prometió desterrar la corrupción, el ungido, ya dejó en claro que el exgobernador poblano (que no es poblano, gracias a Dios) no sufrirá ni un rasguño.

Ni hablar, mis intolerantes; como decía Monterroso: y cuando despertó, el dinosaurio (impune, con sus empresas y casas) seguía ahí.

El matagigantes

Pero no todo ha sido malo, mis intolerantes. ¿Qué tal mi Puebla y sus dos triunfos al hilo, y ante el campeón y subcampeón de la liga?

Esta Franjita, ante los poderosos se hace grandota. Agárrense, porque ahora sí van a saber lo que es el ‘Camote power’.

No quiero ilusionarme ni parecer exagerado, pero creo que tenemos pinta de campeones. Ya verán.

Hasta aquí por hoy; y atentos y bien portados, que este héroe de barrio los vigila.