El próximo fin de semana, el Presidente López Obrador realizará una gira de dos días por tierras poblanas. Será una gira extenuante, en donde recorrerá cientos de kilómetros para visitar 5 municipios, incluido la capital del estado.
Por increíble que parezca, Andrés Manuel pasará muchas más horas arriba de la camioneta, que en los actos programados por en esta gira.
Para no ir lejos, el viernes, que será el primer día de su visita, cubrirá un trayecto de dos horas, para llegar de la CDMX a Puebla en donde dará su acostumbrada rueda de prensa mañanera. De ahí, tomará con rumbo a la Sierra Norte para arribar después de 5 horas de trayecto a Ixtepec en donde se realizará un acto y de ahí hará camino a Zacapoaxtla, lo cual requerirá dos horas y media más de carretera, para que al término de ese nuevo acto, regresen a la ciudad de Puebla, en un viaje más de dos horas y media.
Es decir, que el Presidente pasará en su Suburban 12 horas, por tres o cuatro horas reales de presencia en los eventos públicos.
Veamos. Para estar a las 7 de la mañana en la rueda de prensa en Puebla, el Presidente deberá estar arrancando a las 5 de la mañana, lo cual implica que desde las 4.30 por muy tarde, deba tener el ojo abierto. Y terminará si bien le va, a las 10 de la noche, para que al día siguiente, inicie con una jornada similar por Chiautla de Tapia y Tepexi de Rodríguez.
Seguramente, no faltarán quienes consideren esto una proeza de un hombre de casi 66 años, que prefiere sacrificar 12 horas en una camioneta antes que subirse a un avión o un helicóptero en congruencia a su política de austeridad.
Sin embargo, este personaje no entiende —ni entenderá— que no es un ciudadano común. Que su tiempos no como Andrés Manuel, sino como Presidente, valen mucho más que el costo de un helicóptero Puma del Ejército Nacional, que para fines prácticos habría requerido de hora y media de tiempo real, para recorrer lo que AMLO hará en 12 horas arriba de una Suburban.
Todo esto sin contar la movilización de todo el aparato de seguridad y la comitiva que lo acompaña en estas giras que no son menos de 10 camionetas.
Sumadas las llamadas horas nalga de todos los que viajan con el presidente, deben ser cuando menos 500 horas hombre las que se pierden en cada una de sus giras.
Sin duda, estos caprichos, no son otra cosa que ahorros mal entendidos.
Lamentablemente, este tipo de giras, serán el común denominador de la administración lopezobradorista, porque nadie hará entender a AMLO que la campaña terminó hace más de un año.
Los mítines de los 70 han vuelto y el culto presidencial está más vivo que nunca.
Son los nuevos viejos tiempos del México que pensamos se había ido para no volver.
Craso error.