La Cuarta Transformación puede tener el poder, pero la oposición tiene la estrategia.
Así ocurrió la mañana de este martes, cuando un grupo de ediles tiró el anzuelo a las puertas de Palacio Nacional y el equipo del presidente mordió la carnada.
La idea de acudir en bloque a la #mañanera presidencial permitió a los "manifestantes" una tribuna que por lo pronto, arrebató la opinión pública al experimentado político que se edificó así mismo con base en golpes efectistas desde que fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
El presidente panista del municipio de Atlixco, Guillermo Velázquez, fue de los participantes en esa desmañanada manifestación a las puertas del histórico edificio sede del gobierno de la Cuarta Transformación, en el zócalo capitalino.
Dijo en el programa ParabólicaMx que el movimiento fue "totalmente legítimo porque pudimos estar no solamente alcaldes del PAN, hubo alcaldes del PRI, PRD y del Partido del Trabajo en donde a todos los está afectando el tema del presupuesto; no es privativo de un partido político".
De paso estiró la liga: no se admitiría negociar en gobernación federal ni en la Secretaría de Hacienda, tal y como les fue ofrecido. El manual para este tipo de movimientos dicta exigir negociar con el presidente directamente, no con subalternos. Extender la movilización era premisa.
La plenaria de la Asociación Nacional de Alcaldes en la Ciudad de México fue el espacio en donde se fraguó como una medida de presión frente al gobierno federal que terminó con un mayor efecto que el deseado: el mensaje que se sobrepuso al del Presidente, diestro en el ejercicio de una comunicación política que le dio extraordinarios dividendos. Ya se vio, no es infalible.
La causa principal de la presencia de los presidentes municipales —ninguno de Morena, por supuesto—, a las puertas de Palacio Nacional podrá ser desatendida pero el efecto en la opinión pública ofrece mayores réditos que el dinero cuantioso en un improbable rediseño presupuesto.
Si ese no era el objetivo principal, han encontrado la fórmula para arrebatar los reflectores al empecinado tabasqueño convertido en jefe del ejecutivo federal. Eso no lo consiguió ni el párvulo que despacha como jefe nacional del Partido Acción Nacional, Marko Cortés.
De paso evidenció que al presidente le faltan operadores eficaces en el terreno político y comunicacional, o los que tiene perdieron el toque y el timing.
Touché a la Cuarta Transformación.