El nivel del debate que ha caracterizado al diputado Héctor Alonso Granados, reiterado en una entrevistas para el programa Paralelo19.mx, estimuló ayer la discusión sobre la pertinencia de la divulgación de contenidos periodísticos a través de los medios y sus extensiones, las redes sociales.
La subsecretaria en la Secretaría de Igualdad Sustantiva, Edurne Ochoa, a quien la precede una destacada labor como activista por la equidad de género, le pareció inadmisible la reproducción de los estereotipos del iracundo legislador.
El enojo e indignación se expresó en contra de la decisión editorial de un equipo de periodistas por llevar al terreno digital algunas de las frases utilizadas por Alonso Granados, en una emisión en la que antes la legisladora Nora Merino lo había señalado de orquestar una campaña de hostigamiento y agresión que a todas luces se inscribe en la tipología de violencia de género
Alonso Granados desestimó la independencia de sus detractoras en el Congreso del Estado a quienes reiteradamente ofende por una supuesta conjura política del líder de Morena en la Cámara de Diputados, Gabriel Biestro Medinilla, para tender una cortina de humo en el contexto de la aprobación de la tarifa del transporte público y del ajuste en el porcentaje del Impuesto Sobre la Nómina (ISN).
Se le recordó que mucho antes de ese pasaje público, en una entrevista había dicho, literal, “perdóname la expresión ¿eh? Porque no la dije yo solamente, y la estoy pensando si la digo, pero hay qué pensar antes de abrir las piernas y dejarte embarazar”.
Volvió a negarlo, pero sí se dijo víctima de discriminación por habérsele retirado su participación en comisiones legislativas.
En medio de toda esa tolvanera, la revictimización de la legisladora Merino constantemente zarandeada por el diputado que llegó a esa posición de la mano de Morena.
Un detalle se perdió en medio de la discusión pública: los medios que reproducen ese tipo de estereotipos no son responsable del reclutamiento de perfiles que no han entendido los nuevos paradigmas. La indignación y condena se produce a propósito de la exhibición en medios de los desfiguros de la de la clase, de la que es sólo responsable, para este caso en particular, de Yeidckol Polevnsky, una mujer que no ha expresado una sola palabra de solidaridad por las ofendidas.