Si quieres rifar el avión, necesitas primero liquidarlo, para eso, se debe tener una aceptación de la arrendadora que tendrá que hacer un cálculo de acuerdo a los términos del contrato, por la terminación anticipada del contrato, lo cual debe contemplar penas convencionales, impuestos, actualización de intereses, y el valor del monto financiado, lo que podría implicar que la suma de esa liquidación sea muy superior al valor comercial del avión.
Suponiendo que la empresa arrendadora aceptara otorgar una carta compromiso para poder hacer el sorteo, el gobierno deberá reconocer un adeudo por encima del valor real del avión, lo que implicaría un daño patrimonial al estado.
Y en el caso de rifar el avión a través de la Lotería Nacional, de acuerdo al monto del avión y pensando optimistamente que vendieran todos los boletos, obtendrían 3 mil millones de pesos, lo cual apenas solventaría la deuda por el arrendamiento financiero de la aeronave; y eso pensando que de los 4 mil 360 millones que costó, ya se hayan amortizado mil 360 millones con los pagos realizados durante los 8 años desde su adquisición.
En conclusión y siendo conservadores con los números, en el mejor de los casos saldrían tablas con el adeudo del avión.
Entonces, resulta una auténtica mentira la leyenda que supuestamente aparecerá en los boletos que dice: “Es una cooperación para equipos médicos y hospitales donde se atiende de manera gratuita a la gente pobre”.
Si Pitágoras no estaba equivocado, tenemos que la venta de los 6 millones de cachitos, a 500 pesos cada uno, sólo le alcanzará a AMLO para pagar la deuda del avión.
Es decir, que utilizará a 6 millones de sus fieles para que le paguen su capricho y no sobrará dinero ni para una pinche Aspirina.
Ni más, ni menos. Los números no mienten.
¿Y el aire cómo para cuándo?
Al iniciar el gobierno de Rafael Moreno Valle Puebla contaba con un sistema para medir la calidad del aire que respirábamos los poblanos, como muchas cosas más, Rafael decidió de un plumazo inhabilitar la Red Estatal de Monitoreo Atmosférico (REMA).
Traigo esto a colación porque ayer durante su comparecencia, la secretaria de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial, Beatriz Manrique, reconoció que en Puebla la calidad del aire es regular con tendencia a mala.
Para darnos una idea de lo mal que está la mezcla que respiramos en la Angelópolis, déjeme decirle que dos de cada tres días el aire presentó un excedente de contaminantes durante 2019.
Manrique Guevara, la diputada federal con licencia por el PVEM, reconoció que 31 días del año pasado, la zona metropolitana presentó excedente de Ozono. Otros 120 días hubo más contaminantes de los que dictan las normas ambientales y finalmente en 80 días más, se presentó un índice alto de partículas suspendidas.
En resumen 231 días de los 365 del 2019, no fueron idóneos para hacer actividades al aire libre ni recomendables para personas asmáticas o con complicaciones respiratorias; pese a ello en ninguno se declaró una contingencia ambiental como sí ocurrió en la Ciudad de México.
Sin duda, el tema de la calidad del aire es uno de esos asuntos que están comenzando a quedar rezagados en Puebla pero que no debemos perder de vista, al final se trata de la salud de todos quienes aquí vivimos.