Bien dicen que el poder desgasta y que la mejor manera de reventar un movimiento es darle poder. En Morena inició una nueva pugna por el control de la dirigencia estatal en Puebla tras el acuerdo tomado por el CEN para destituir a Mario Bracamonte González.

El gris representante estatal llegó al cargo, como se recordará, con la bendición de Yeidckol Polevnsky pero no logró consolidar ni amarrar bien los hilos para fortalecer el partido lopezobradorista que en 2021 tendrá su primer examen en las urnas.

Mientras se oficializa la salida de Bracamonte, grupos al interior de este partido ya comienzan a repartirse el pastel o como ellos dicen, a analizar los perfiles que les garanticen el mayor número de espacios en la renovación total del Comité Ejecutivo Estatal. En cinco meses debe concretarse el cambio y tendrá un solo objetivo, retener el poder en 2021. 

Morena no es un partido de izquierda cualquiera, ejercerá en este 2020 más de 73 millones de pesos, una cantidad que nadie puede despreciar.

Aún sin la presión financiera, Bracamonte González no fue capaz de defender o fortalecer a sus representantes populares, a sus diputados, a sus presidentes municipales ni a su gobernador, por el contrario, su administración será señalada por los desmanes y la violencia que se vivió en las asambleas distritales del año pasado y que fueron su responsabilidad. También por no estar registrado en un padrón de militantes que fue tachado una y otra vez de irregular.

De las estructuras del partido lopezobradorista, el trabajo ideológico o la creación de nuevos cuadros tampoco hay mucho que pueda presumir el saliente delegado en funciones de dirigente estatal.

Bracamonte González, llegó en febrero de 2019, para llenar el vacío que dejó Gabriel Biestro Medinilla, en medio de un proceso electoral extraordinario. Aunque era deseable, no logró que en Puebla los grupos tanto del gobernador, Miguel Barbosa, de Claudia Rivera o de Rodrigo Abdala y otros minoritarios lograran el diálogo. 

En esta batalla que comienza, el gobernador, Miguel Barbosa tendrá que enviar a Eric Cotoñeto, su hombre de confianza, para garantizar que el Comité Ejecutivo quede en manos de su grupo, pues de esto depende el reparto de candidaturas fuertes y sólidas, que permitan garantizarle espacios no sólo en las presidencias municipales, sino en el Poder Legislativo para que no tenga impedimentos para concretar su segundo periodo como gobernador. 

¿Saldrá bien librado el partido de López Obrador en Puebla tras el proceso de renovación o serán capaces los morenistas de dinamitarse desde las entrañas?

Veremos y diremos.

El movimiento que inició con el 19-S

Para la mayoría de los ciudadanos,  el movimiento estudiantil que vive Puebla inició la semana pasada a raíz de los asesinatos de tres jóvenes universitarios, y un conductor de la plataforma Uber, y lo limitan a un asunto de seguridad, pero pensar así es menospreciar a ésta generación de estudiantes que están siendo ejemplo a nivel nacional por la protesta pacífica con la cual al parecer van a lograr más que si recurrieran a las medidas de presión como cierre de calles, pintas, u ofensas.

El Movimiento Estudiantil Poblano del siglo XXI inició al menos dos años atrás, el 19 de septiembre de 2017, luego de los sismos que afectaron gran parte del estado.

Fueron ellos, los jóvenes universitarios quienes se organizaron para llevar la ayuda a los afectados, participaron en las labores de reconstrucción. Fueron los llamados millennials quienes servían comida en los albergues y quienes lo mismo recolectaban productos que los transportaban directamente a las comunidades afectadas.

La organización espontánea que mostraron durante la contingencia fue una característica que en esta ocasión, nuevamente se hizo presente. Ahí están las diferentes facultades sumándose al área de la Salud, los institutos y escuelas particulares adhiriéndose al movimiento #NiUnaBataMenos.

Afortunadamente, el movimiento estudiantil no se ha radicalizado, los jóvenes han escuchado razones y se han logrado acuerdos para permitir el acceso al personal administrativo.

Los jóvenes han demostrado que no son esa masa apática que vive en redes sociales, la fuerza de los universitarios se ha hecho sentir en las calles, es algo que las autoridades no deben soslayar y deben atender con respeto, compromiso y seriedad.

Aunque no ha faltado el radical que ha buscado desvirtuar el movimiento, confío en que predomine la prudencia y los estudiantes no se dejen infiltrar ni ser carne de cañón, para quienes tienen otros intereses ajenos a los reclamos de justicia y seguridad. No podemos olvidar que en 2021, también habrá elecciones en la BUAP.

Por lo pronto, veamos cómo avanzan las mesas de negociación y las acciones previas a la mega marcha del jueves en donde se agradecería, que al igual que en las movilizaciones ya realizadas, exista una comisión encargada de revisar que no quede basura tras las manifestaciones.

En medio de todos los problemas que vivimos, estamos presenciando que hay una generación que podría poner el ejemplo.