El vicealmirante Miguel Ildefonso Amezaga Ramírez llegó al gobierno de la Cuarta Transformación como el hombre poderoso, capaz de combatir cualquier tipo de crimen organizado.

Sus colegas de la Secretaría de Marina eran su carta de presentación. La caída de grandes capos del crimen organizado, la principal recomendación.

Pero a sus 6 meses de paso por la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE), el crimen organizado ni siquiera se despeinó.

Roberto de Los Santos de Jesús (a), El Bukanas, cabecilla del cartel de Los Zetas, jefe de una vasta organización criminal que se manifiesta en los estados de Veracruz y Puebla, no fue no siquiera rozado por algún operativo para capturarlo, al contrario, su impunidad fue más manifiesta.

En la ciudad de Puebla, redes criminales como la de Marco Antonio N, (a), El Tío, El Gordo, El Bombón o El Moreno siguieron operando de manera imponente en crímenes, extorsión, robo de hidrocarburos, además de narcomenudeo y otros.

Consecuencia lógica de su desinterés por atender la inseguridad en el estado de Puebla, al final lo llevó a caer estrepitosamente del primer plano de la prevención del delito, hasta quedar refugiado en la Dirección de la Policía Auxiliar.

De ser el principal cuidador de los poblanos terminó cuidando comercios, empresas y una que otra custodia, y por alguna razón no renunció.

Y que muchos dicen que cobrar por protección deja mucho más que cuidar la seguridad de un estado.

Y resalta que todo un personaje de la Secretaría de Marina haya aceptado la degradación de su cargo, por el último encargo de una secretaria que ahora se adorna con Raciel López Salazar, otro refuerzo para la seguridad que tampoco es poblano.

Y con la caída de Ildefonso Amezaga, otros marines le siguieron, dejando en claro que Puebla en estos momentos no necesita marinos para cuidar.

Nos vemos cuando nos veamos.