Las noticias y las redes sociales nos han permitido saber el avance de una pandemia en evolución, contingencia más delicada de la que vivimos hace algunos años AH1N1, el Coronavirus o COVID 19.

Los noticieros a toda hora presentan imágenes de lo que en otros países están implementando a manera de prevención o de contención del virus.

Quienes están al frente de esos gobiernos, han asumido su papel, entregan tapabocas, han implementado APP´s para dar seguimiento a los enfermos o a los enfermos sintomáticos, difunden mensajes precisos de lo que están pasando y las instrucciones a seguir para atender la pandemia, incluso la mayoría de ellos difunden ya, las medidas financieras para paliar la grave problemática económica que se está generando, mencionando los estímulos en descuentos de impuestos o los apoyos económicos para pequeñas y medianas empresas.

Sin embargo en México, hemos visto a un gobierno con una respuesta a esta contingencia tardía y lenta, al grado que fue promovido un Amparo -que fue concedido- justamente en contra de la falta de implementación de medidas y acciones necesarias para contener al referido virus, otorgándola autoridad un plazo de tres días para emitir las medidas necesarias para evitar su propagación.

Ante esto la sociedad tuvo que tomar la delantera. Aun cuando el Secretario de Educación del gobierno federal declaró la fecha a partir de la cual determinaban la suspensión clases en el país, muchas escuelas públicas y privadas de todos los niveles educativos, decidieron hacerlo en fecha anterior. Poco a poco la sociedad en su conjunto decidió reducir sus actividades y cada estado de la República y municipios ha ido tomando decisiones diversas.

Durante este tiempo ni siquiera hemos escuchado en esta emergencia la voz del Secretario de Salud del gobierno federal, sí hemos escuchado al Subsecretario un experimentado “médico cirujano, especialista en medicina interna, maestro en Ciencias Médicas y doctor en Epidemiología, con sólidos conocimientos y entrenamiento de alto nivel en medicina clínica y epidemiología” —dice en su curriculum—, un profesional de gran imagen y nivel que se ha visto mermada por sus declaraciones hacia el Presidente como aquella de que “la fuerza del presidente es moral, no de contagio..”, —confieso que yo no imaginaba que un experto de este nivel profesional tuviese que hacerlo—, lambisconería se llama.

Una nueva incertidumbre se nos presenta ¿Cómo podrá atenderse una pandemia de esta naturaleza con un nuevo sistema de salud que no acaba de implementarse en el país? Cómo podría hacerse cuando se está nuevamente documentando las diversas manifestaciones de trabajadores/as del sector salud que denuncian no contar con insumos para dar atención a esta contingencia, señalando que no cuentan ni siquiera con cubre bocas. Situaciones que ya hemos venido atestiguando, antes siquiera de conocer de esta pandemia en México, al documentarse la falta de medicamentos para atender enfermedades terminales, que no se pueden hacer a un lado -entre tanto se atiende esta contingencia- que tienen que atenderse pero que ya de por sí están presentando graves problemas en el sistema de salud pública en el país, ahí está como ejemplo los casos de sarampión -a la alza- en  la ciudad de México, muy cerca de Puebla.

Por fin hace unos días, el gobierno federal convocó a la instalación del Consejo de Salubridad General previsto en la Constitución mexicana (CPEUM) que se constituye para casos “de epidemias de carácter grave o peligro de invasión de enfermedades exóticas en el país” (artículo 73 fracción XVI) y que es el facultado para decretar las medidas pertinentes.

Si este Consejo de Salubridad General hubiera empezado a actuar para este momento todas las instituciones de gobierno de los tres niveles (federal, estatal y municipales) estarían coordinadamente llevando a cabo acciones, la realidad es muy diferente, hoy cada gobierno, estatal, municipal, determina las acciones diversas a seguir, que si se cierran cines hoy, que si mañana bares, que si también restaurantes, etcétera, etcétera.

Creo que el gobierno no ha sabido reaccionar ante la magnitud de esta pandemia, porque no solo se trata de diseñar una estrategia para combatir la propagación de este virus, también hay que establecer la estrategia para atender los daños a la economía que se empiezan a generar, para establecer los estímulos que permitan proteger los empleos formales en el país y cómo se garantizará la ayuda para los informales y para las empresas pequeñas, medianas y grandes y muchos más asociados que deben diseñarse.

Justamente todo esto nos tiene en una nueva incertidumbre.