El rostro desencajado del doctor Hugo López-Gatell lo decía todo. Mantener la teoría de que a México no le pegaría el coronavirus como a otros países era materialmente imposible. A la 4T se le terminó el tiempo. La noche del viernes mostró a un subsecretario espantado, desarticulado y al borde de la histeria.

Las caras sonrientes, donde el Presidente era sinónimo de “Fuerza Moral”, o en donde se alentaba a la gente a seguir haciendo su vida de manera normal, o las puestas en escena con estampas religiosas para decirle “detente” al Covid 19; se transformaron en rostros de angustia y de verdadera incertidumbre.

Del discurso de cinco días antes en el que López-Gatell aseguró que México no viviría la crisis europea, pasó al llamado desesperado de: “es nuestra última oportunidad”.

¿Última oportunidad?

Pues de su boca no hubo jamás otro llamado que convirtiera a este en el mensaje de la última oportunidad.

No hubo anteriores, fue la primera y la última llamada.

La misma que todo México veía venir excepto los López. La necedad de Obrador y Gatell nos llevó de un paraíso inexistente, a un escenario desolador en donde la única salida es la del aislamiento obligatorio.

Por fortuna, una parte importante de la sociedad tomó la decisión por cuenta propia, mientras el Presidente seguía en su gira eterna.

Ese viernes no fue la excepción. Los López en sentido contrario. Gatell implorando quedarse en casa y Obrador de gira por el norte del país.

Fue un viernes caótico para todos. Esa noche confirmamos que el capitán de esta nave llamada México no está en condiciones de enfrentar esta crisis. Y el copiloto que sí está capacitado, no tiene el carácter para contraponer las órdenes del piloto, sin importar que vayan directo a estrellarse a la montaña.

Es tan grave la falta de lucidez del Presidente, que si fue capaz de truquear a través de un montaje su participación ante los líderes del G20, no dudará jamás en seguir mintiendo a los mexicanos con tal de seguir haciendo campaña.

Su mente perdió el sentido de la realidad. Fueron tantos años en campaña, enfrentando traumas y frustraciones, que se quedó en ese viaje.

Por más dramático que suene, la realidad es una. No tenemos Presidente en el momento en que más lo necesitamos.

La pandemia es lo más grave que hemos enfrentado y la frialdad de las estadísticas del resto de los países lo dicen todo.

Ya no hay que darle vueltas, vamos a la madre de todas las batallas con un general totalmente trastornado. Es nuestra triste y preocupante realidad.

Los números del poderoso vecino

Para poder hacer una valoración real del tamaño de la pandemia y del riesgo que implica para México, les presento un fragmento del estudio realizado por la Universidad de Washington, a través de su Instituto de Salud y Métricas de Evaluación, en el cual presentó una proyección de la utilización prevista de los servicios de salud y las posibles muertes debidas al Covid 19 por día, para los próximos 4 meses, para cada estado norteamericano y la totalidad de Estados Unidos.

Estos son los números del país más poderoso del mundo.

  • 15 días para llegar al pico de la pandemia (estimado 14 abril)
  • Serán 81 mil 114 muertes las previstas para agosto
  • Camas necesarias 232 mil 298
  • Camas faltantes 49 mil 292
  • Camas de emergencia necesarias 34 mil 754
  • Camas emergencia faltantes 14 mil 601

Además de un gran número de muertes por Covid 19, la epidemia en los EE.UU. supondrá una carga muy superior a la capacidad actual de los hospitales, especialmente para la atención de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).

Estas estimaciones pueden ayudar a informar el desarrollo y la aplicación de estrategias para mitigar esta brecha, incluida la reducción de la demanda de servicios no relacionados con Covid 19 y el aumento temporal de la capacidad del sistema.

Estas medidas se necesitarán con urgencia, dado que se estima que los volúmenes máximos están a sólo tres semanas de distancia.

El exceso de demanda estimado en los sistemas hospitalarios se basa en la promulgación de medidas de distanciamiento social en todos los estados, incluidos los que aún no lo han hecho, y el mantenimiento de esas medidas a lo largo de la epidemia, haciendo hincapié en la importancia de aplicar, hacer cumplir y mantener esas medidas para mitigar la sobrecarga de los sistemas hospitalarios y prevenir las muertes.

Esos son los números de Estados Unidos. Piense en nuestro sistema médico y saque sus propias conclusiones.