“¡Colchones, estufas, fierro viejo que venda!”, este afamado pregón no ha cesado por las calles de Puebla.

A diario se escucha.

Es el botón de muestra de un México real, que se niega a ver el peligro de una pandemia o el “Quédate en Casa”.

Tan solo basta darse una vuelta por la ciudad -aunque no se debe hacer-, para comprender las diferencias económicas y sociales, que se están marcando en estos tiempos de cuarentena por el Coronavirus.

No hay que ir muy lejos, tan solo un recorrido breve por el primer cuadro de la ciudad se nota que la gente sigue trabajando como si nada pasara.

Como si Puebla o México no estuvieran en el planeta tierra, lejos del Covid-19.

Aunque si ha bajado notablemente la afluencia de personas en la calle, en calles del Centro Histórico de Puebla y de sus colonias populares no es tan notorio.

Los locales de todo tipo siguen abriendo hasta este jueves, desde la memelera de la esquina, hasta la ferretería o incluso el salón de belleza y el carpintero.

Todos estos negocios viven al día y por eso siguen trabajando, la mayoría con medidas de gel y cubre bocas, pero una gran parte sin nada.

Trabajan aunque sus ventas hayan bajado.

Hay más tiendas que gente, aunque igual se ve caminando a muchas personas de la tercera edad, que a jóvenes e incluso niños.

Todo lo contrario pasa en las colonias o zonas residenciales de mayor plusvalía en Puebla, como la zona de Angelópolis o Sonata, donde hace varios días se aprecian calles vacías y locales cerrados.

En estos lugares de lujo ya se han cerrado todo tipo de locales y restaurantes de lujo.

Habrá tiempos mejores para ir a comprar un reloj Rolex o comer caviar en el restaurante de moda.

Incluso el centro comercial Angelópolis ya presentaba vacíos desde el fin de semana pasado, muy notorio en su estacionamiento, casi siempre abarrotado.

 

 

 

 

Pasa lo mismo en la zona de Sonata, donde viven los más ricos de Puebla.

Pareciera que los de la lana, entendieron que es ahora o ahora, la última oportunidad de quedarse en casa como lo dijo Hugo López-Gatell, subsecretario de salud federal.

Sobre todo cuando sus pares fueron los primeros en enfermar por el covid-19.

Pero del otro lado de la ciudad no es lo mismo, ahí hay que buscar para la papa diariamente, (porque para la chuleta no alcanza).

Eso no ocurrió en los mercados populares de Puebla, como el Hidalgo, Independencia o el Morelos.

Tuvieron grandes llenos.

Al menos en estos días en que se empieza a propagar el virus, no se ve a los que ya están encerrados, apoyar de algún modo a los que no se pueden guardar.

Como si no existieran, como si no estuviéramos en el mismo barco.

Los resultados de esta situación y acciones en las calles, se vivirán en pocos días desafortunadamente.

Esperemos que no sea tan grave.

Cuando el destino nos alcance lo sabremos.

Tiempo al tiempo.