Como líder de la oposición en Puebla, Genoveva Huerta la dirigente panista que heredó el grupo político de Rafael Moreno Valle, ofreció una postura frágil y dificultosa pues eligió el camino más incierto para una causa pública y política que le sirva ganar legitimidad entre simpatizantes de esa oferta electoral: la mentira.

Faltar a la verdad desde una posición de poder lleva siempre a cometer tropiezos mayúsculos y de eso deben saber los consultores u opinadores en comunicación política de los que se rodea constantemente la dirigente.

Negó facilidades para que la postura pública trasmitida a través de la misma plataforma por Marco Valencia, integrante del clan familiar permanentemente señalado de formar parte de grupos delictivos, haya sido facilitada por su partido político, Acción Nacional.

Mientras Huerta Villegas negaba lo obvio a través de FacebookLive, una búsqueda del número telefónico desde donde salió la invitación y luego el comunicado de prensa a través geopositioningservice.com, daba cuenta de la oficina estal de Acción Nacional, en Bugambilias, al sur de la ciudad capital en donde despacha la propia dirigente partidista.

Huerta Villegas y los periodistas que cubren esa fuente informativa saben a quien corresponde el número telefónico y existen capturas de pantalla de los mensajes de WhatsApp en los que se convocó el jueves 30 a la transmisión del vocero de la familia de la que existe evidencia documental de haberse involucrado en grupos delictivos.

En su desbocada estrategia, involuntariamente o con toda intención, involucró a dos perfiles históricos del panismo como Ana Tere Aranda y Humberto Aguilar Coronado en una componenda con el gobernador Miguel Barbosa, de Morena, para desviar la atención en torno al debate sobre el tratamiento de la pandemia por el Coronavirus.

‘Lamentableme que el @PANPUEBLA defienda a los Valencia, quienes han tomado de rehén al partido en la Sierra Norte de Puebla. Urge la intervención de @MarkoCortes. Cuidar a la institución es un imperativo’ escribió Ana Teresa Aranda Orozco y en el mismo tenor se pronunció ‘El Tigre’ Aguilar Coronado.

En el colmo del absurdo, cuando ya había sido pillada en flagrancia por su falta a la verdad, ofreció un ángulo aún mas penoso e imperdonable en una mujer dedicada de tiempo completo a la política desde la oposición: la desinformación.

Dijo desconocer las declaraciones de sus correligionarios en un espectáculo de bochorno. Con razón existe molestia entre liderazgos que ofrecieron su visto bueno para que llegara a ocupar el cargo de dirigente desde el tiempo de los Moreno Valle-Alonso Hidalgo

La reprobación a su desempeño es notorio y sólo se ha acentuado en la misma proporción a los dislates que la alejan de figuras emblemáticas que supieron hacer de Acción Nacional la oposición moral a los grupos y partidos que en forma hegemónica dispusieron del poder público en todo momento.

La oposición política que el PAN de Genoveva Huerta representa a para Morena en el presente, resulta un mal chiste y no debiera ser motivo de risa, sino de preocupación para quienes asumen que los pesos y contrapesos en el ejercicio del poder no sólo son sanos, sino indispensables.

El espectáculo de la víspera no sólo adolece de legitimidad e inteligencia, sino de empatía por asumir que sus interlocutores son estúpidos. ¿Es demasiado pedir congruencia?.