Se están cumpliendo este 16 de Mayo los Cien Años, el primer centenario de la muerte en Talavera de la Reina de José Gómez Ortega el conocido “Joselito” o, también como “Gallito”, por ser hermano menor de Rafael “El Gallo” y aquellos sí que eran gallos de verdad. Joselito murió muy joven, únicamente 8 años de carrera profesional, después de haber tomado en Sevilla la Alternativa a los 17 años de edad el 28 de septiembre de 1912, de manos de su hermano Rafael quien le cedió el Toro “Caballero” con testimonio de Antonio Pazos lidiando astados de “Moreno Santa María”. Muy joven, un chavalillo que vino a llenar plazas y armar verdaderos alborotos con su toreo de la más pura entrega y de refinado abolengo, nacido en el seno de una familia de “coletas”: su padre, torero era promotor de festejos y además de su hermano Rafael, el otro mayor, Eduardo también andaba entre pitones.

Fue “Bailaor” el nombre del toro: bronco, con poder, burriciego proveniente de la ganadería de doña “Josefa María de Corrochano Viuda de Ortega”, ese toro el quinto de la tarde, en el Tercio de Varas, cinco que recibió, hizo rodar a otros tantos caballos de las fuertes embestidas que daba. Esa tarde que José alternaba con quien su cuñado fuera: Ignacio Sánchez Mejías, el destino, juntando y haciéndoles verse las caras en el paseíllo a dos inmortales; igual Sánchez Mejías perdería la vida tiempo después a las cinco de la tarde como cantara Federico García Lorca. En la foto se le ve en grupo con el “cuñao“, gente de sus tiempos y muy buen vestidos “a lo grande” lucen mucho bien trajeados, chaleco incluido, corbatas de palomita y los sombreros con vistosas toquillas.

¡Valla categoría de señores! Siempre la elegancia por delante y como Tarjeta de presentación: esa su Gran prestancia. Aquí le vemos de luces vestido llegando a la Plaza, descendiendo del elegante automotor, que junto con el torero son cautivadores, dejando huella de lo que fueron… “de época ”, recordemos que eran los años previos a los fabulosos veintes: Torero y carro verdaderamente eran de llamar la atención, llega acompañado de su apoderado, quien lo fue por toda su carrera don Manuel Pino. Su sola presencia bastaba para llenar las plazas hasta las banderas y así lo demuestran sus ya históricas 23 actuaciones en solitario y con llenos en los tendidos en las mejores plazas. Bien hacía honor a la muy torera frase de “dejadme solo”, que funcionaba con su personalidad.

El pase llamado del “Bu”, sacado de los años del siglo anterior de los “Gallos”; de las últimas décadas de los mil ochocientos y vuelto clásico por los 3 Franciscos 3; Romero, Arjona “Cuchares” y Montes “Paquiro”, quienes eran los que la ejecutaban, ya entonces se habló en las crónicas de un acontecimiento, el hecho de que Joselito sacó del álbum de los recuerdos esas viejas y antiguas suertes... Confirmado queda que los clásicos aman permanecer en lo suyo, sin embargo, queda claro que Joselito entendió perfectamente cómo estaban cambiando las cosas, sobre todo en los Toros, pero, lo que más entendió fue el gusto de los aficionados, P. Aguado dixit.

Para despedida, copiamos a don J. Rubén Romero, “La vida inútil de Pitó Pérez” edit. Porrua, 1938, el relato cuando después de haberse almorzando en mole junto con Filogonio, al gallo de la casa que Herlinda, su hermana tanto cuidaba. Al llegar en el portón ella, le preguntó, más que angustiada, furiosa: ¿Qué sí no había visto al gallo? A lo que Pitó, con gran descaro y presteza, respondió: - ¡Hermana Herlinda, yo solamente he visto torear a Gaona!