La tarde del jueves 14 de mayo un hombre se subió hasta lo más alto de las torres del Boulevard Municipio Libre a la altura de la 24 Sur, y ante decenas de curiosos que lo siguieron a través de sus teléfonos celulares, se quitó la vida.

Un día antes, el conductor de un microbús de la ruta Galgos del Sur, también se ahorcó cuando se encontraba en el interior de su unidad, para qué horas más tarde fuera descubierto cuando estaba suspendido de uno de los tubos del pasamanos.

Ese mismo día pero en la tarde un hombre de 54 años de edad se arrojó del puente a desnivel que se ubica en la Prolongación Reforma y la 3 Poniente, cayendo de una altura aproximada 15 metros, sufriendo un severo traumatismo craneoencefálico, aunque quedó vivo.

Días antes, en uno de los cluster de la zona Residencial de Angelópolis, un joven de 24 años de edad, hijo de un empresario de Hidalgo, se mató de un balazo en la cabeza cuando se encontraba solo en su departamento.

Otros casos de suicidio se han registrado en territorio poblano y han pasado desapercibidos, pese que estos están ocurriendo en medio de una preocupación generalizada por el contagio de Covid-19, por la pérdida de empleos, por el confinamiento, por la separación de las familias.

Hasta el momento ni el gobierno de Puebla ni el municipal han informado de algún tipo de ayuda para quienes por todas estas calamidades intenten de atentar contra su vida.

No hay números emergencia, no hay grupos especiales de apoyo, más que las actividades de levantar los cuerpos sin vida de quiénes han decidido escapar por la puerta falsa.

Y todavía nos queda más de un mes de aislamiento y crisis económica.

Nos vemos cuando nos veamos.