Muchos estudiosos de los procesos actuales sostienen que esta pandemia demostrará el desempeño de los gobiernos del mundo.
Quien iba a decir, que este virus desenmascararía muchas personalidades. Seguramente por ello el presidente López Obrador anda preocupado y hasta molesto. Tan preocupado que tuvo que reanudar sus giras de campaña, ante el grotesco desempeño de sus subordinados.
El colmo es que en este reinicio de su nueva campaña le tocó una tormenta tropical. Lo bueno es que eso no lo detuvo para continuar con sus eventos. Lo malo es que su gira no incluyó un recorrido -aunque corto- a las comunidades para visitar a los afectados por las lluvias que sufrieron grandes pérdidas materiales por este desastre, o, cuando menos la visita a un hospital que atiende a enfermos de Covid-19. Sus prioridades son otras.
Preocupado por seguir su gira y hasta molesto el presidente, porque realmente las cosas no le han salido bien, no sólo durante esta crisis sanitaria, ya antes, la situación no era la mejor en rubros fundamentales en nuestro país.
En salud deciden suspender el seguro popular para iniciar un “nuevo” sistema de salud que dijeron iba a ser “universal”. No ocurrió ni lo uno, ni lo otro, el INSABI no resultó ser para todos/as, pero lo que sí originó fueron graves desatenciones a enfermos y beneficiarios del sistema, falta de medicamentos para todas las enfermedades hasta este momento incluso, y por si esto fuera poco, se presenta la declaratoria de pandemia por la presencia del virus Covid-19 y nos agarra con un sistema de salud colapsado.
El presidente tiene razón en su enojo, deja en manos de un subsecretario de Salud el manejo de la epidemia. Dejan sin asistencia médica a todos los demás que requieren de sus medicamentos para no morir, y miren ustedes cómo le falló; emitió todo tipo de instrucciones incluso las más contradictorias. Nunca puso el ejemplo de seguir las medidas que él mismo diariamente mencionaba. Hizo una revoltura de las cifras, todo lo manipuló, al grado que muchos gobernadores tomaron las riendas de la crisis sanitaria, y creo que les han salido mejor las cosas que al subsecretario. Yo creo que por eso el mismo presidente no le hace caso y por eso no usa cubre bocas, ni ha hecho uso de la sana distancia, ni del quédate en casa. Y todavía nos falta por saber cómo enfrentará la post pandemia.
La economía ha venido a la baja. También desde antes de la epidemia caímos en una crisis económica, que los que saben ya hablaban de recesión, ahí los datos económicos que lo comprueban, y por eso el presidente está preocupado y enojado, sus funcionarios no dicen en qué se han gastado todo ese dinero ahorrado, a pesar de la austeridad proclamada o porqué tuvieron que cancelarle recursos a programas a favor de las mujeres y las niñas, a guarderías, a refugios, al campo; y porque quieren también quitarle recursos asignados a programas culturales, científicos, de investigación, fideicomisos y hasta querían -o quieren- reformar la ley para que él pudiera manejar a su arbitrio todo el recurso público y sus legisladores no pudieron darle el resultado. Y por si fuera poco, todavía no sabemos qué va a pasar ahora que ya vivimos los efectos de esa doble crisis combinada, la de salud y la económica, la pérdida de empleos, el incremento de pobres. Tal vez por eso ya no quiere que se maneje el indicador económico del Producto Interno Bruto (PIB). Y que tal PEMEX y la CFE, y él, que no quiere saber nada de neoliberalismo, tuvo que firmar el Tratado con Canadá y EU y aceptar las condiciones que le ha puesto el presidente Trump. Y la materia educativa, aún con mucha incertidumbre.
Yo creo también -ya lo había comentado en mis redes- que está molesto porque tiene que vivir en un Palacio Nacional, lugar que en nada coincide con su “personalidad austera”, tal vez por eso se sube a las sillas que son de museo, sin importarle.
Les dijo a las madres de delincuentes que los convencieran para que cambiaran y la delincuencia se agrava; les dijo a los cárteles del narcotráfico que dejaran de entregar despensas sus sicarios hasta grabadas, en esta contingencia porque eso “no ayuda” pero siguieron haciéndolo.
De todo ello seguro procede sus discursos de odio, agresiones verbales y su mal estado de ánimo, que le hizo retomar sus giras de campaña. Sus propios funcionarios seguro no se atreven a decirle nada para no enojarlo más y prefieren guardar silencio, porque lo ven alterado contra muchas personas: hoy, contra las mujeres porque no queremos más violencia e impunidad, porque nos queremos vivas y porque además nosotras tenemos otros datos; mañana, contra los científicos, los ambientalistas, los activistas; todos los días contra los periodistas y los medios de comunicación; que por las marchas, que por las caravanas; que porque muchas familias no son fraternas, ni solidarias, ni amorosas; ahora contra gobernadores.
En fin, se le nota cada día más alterado, las cosas no le salieron bien. Tantos años en campaña le hicieron perder la ubicuidad en los tiempos actuales, al grado que el fin de semana colocó al país en dos puntos irreconciliables, nos conminó a todos los mexicanos/as a definirnos “nada de medias tintas -dijo- o somos conservadores o somos liberales” !Órale!
Sin duda está claro que la pandemia ha empezado a desenmascarar muchas personalidades. También ha empezado a demostrar el desempeño del gobierno.
Nuestra realidad es que está por llegar la etapa más difícil, y gobernar, va más allá de giras de campaña y lo que el presidente decidió fue, retomar sus giras de campaña.