El mes de Junio es y ha sido para mí un mes premonitorio. No tengo ninguna base “científica” para demostrarte que Junio es un mes de cambios y “calambres”. Sin embargo, este Junio, en especial, se muestra bastante rarito, basta con enterarse de la cantidad de eclipses de luna que se amontonarán este mes.

En un Junio lluvioso, las estrellas permanecieron tristes, como polvosas. Había una razón, dejó esta tierra, para siempre, el duende que escapaba por las noches a hurtadillas, él, con un balde de sueños en una mano y con tres ramitas de olivo en la otra, salía por la ventana de su cuarto, en pijama, cubierto tan solo con una sonrisa cantarina y mis sueños atados a sus pies, volaba de lucero en lucero lavando todos y cada uno, hasta convertirlos en historias que, aun hoy, se escuchan cuando los colibríes, al caer la tarde, van en su búsqueda.

Cuenta la historia que, ese mes de junio quiso guardarse para siempre entre los eclipses de luna. En este junio viviremos más eclipses de luna que nunca, no por la cantidad, sino por su significado.

Las lunas, los astros, los cometas y demás existencias cósmicas, siempre han tenido para mí un significado que, para muchos, raya en la locura o en la ignorancia. Eso no me molesta porque he podido existir en la tierra y, sobre todo en estos tiempos, como un niño soñador. No, no me lastima que me vean así, lo que a veces me duele un poco, es que tengo que jugar, que volar solo y la verdad, me gustaría muchísimo soñar junto con aquellos que, entiendo, piensan que los niños no sienten ni comprenden y que por lo mismo, es necesario “educarlos y convencerlos” de que esta vida es un dolor interminable que sólo termina con la muerte…Que triste cargar con ese penar toda una vida.