Con un mar de memes, una piñata y hasta una cumbia, el caso del ratero de la combi de Texcoco, se convirtió en la punta del iceberg de un problema mayúsculo. Las golpizas a los asaltantes e incluso a presuntos inocentes comenzaron a difundirse y las justificaciones al exceso de violencia sobran en redes sociales.
Desde antes de la llegada del coronavirus y la cuarentena, el hartazgo social ya existía. Todos los días los noticieros daban cuenta de los asaltos en el transporte público, del robo a transeúntes y en casa habitación.
Y también de la falta de respuesta de las autoridades, de los policías que difícilmente inhiben el delito, de los ministeriales que no investigan nada y que entorpecen los procesos para detener a los delincuentes, incluso cuando existen pruebas contundentes como videos de seguridad. Y ni hablar de la impartición de justicia, que con el nuevo sistema, se ha replicado la llamada “puerta giratoria” que permite que un malandro entre y salga de una cárcel como si se tratara de su casa.
No hay investigación ni sanciones y la población lo reciente.
La impotencia de quienes han sido víctimas de los malhechores y el hartazgo social se sumó con el estado de ánimo que tenemos, pues la mayoría nos sentimos vulnerables ante el virus y la situación económica que se vive.
Imagine usted que después de cuatro meses de confinamiento, sale a trabajar y en su trayecto, en el transporte público, te topas con estos infelices. Estás altamente irritable, estás harto y llega un momento en que dices si no me mató el Covid, no me van a matar estos tipos, e incluso te envalentonas.
Es un tema que sociológicamente se tendrá que analizar porque estamos sumamente irritables y reacciones como la golpiza propinada al ratero de la combi de Texcoco se pueden replicar ante la menor provocación. La gente está enojada, tiene una impotencia contenida, explota y se desquita en la primera oportunidad.
El caso también enciende las alarmas para los tiempos políticos. La sombra de los linchamientos se asoma. Es una muestra real de cómo estará el ánimo durante el proceso electoral.
¿Cómo se va a manifestar esta irritabilidad en tiempos electorales, en campañas, en giras?, Cuando los resultados sean contrarios a lo que los pobladores esperen ¿cómo se contendrá el enojo y la ira social? Sin duda eso puede generar una violencia inusual por la circunstancia anímica que vivimos.
Análisis aparte requiere la justificación y hasta la normalización de la violencia que se muestra en el humor de los memes, la piñata y la cumbia que se realizaron en “honor” del ratero.
Bartlett y su negligencia mortal
A la crisis de sanidad que padecen los hospitales por la demanda y falta de insumos se suma una preocupación más.
Ayer @AlisCarus, quien se identificó como una doctora del Hospital General del Sur, denunció que durante el fin de semana tuvieron fallas en el sistema eléctrico lo que obligó a “trasladar a un paciente grave a quirófano prestado y se difirieron cirugías de oncología y cardiotorax”.
La Secretaría de Salud de Puebla respondió el tuit y reveló que la falla fue en un transformador de CFE.
Una vez más las negligencias de Manuel Bartlett al frente de la Comisión Federal de Electricidad nos demuestran que el director general no tiene sensibilidad ni empatiza con los mexicanos, durante esta pandemia.