Algunos de mis cuates, parientes y amigos, me tildan a veces de locadio, solamente porque creo que nuestra mente es capaz de hacer cosas que por intereses oscuros nos han alentado a olvidar o a negar su existencia.

Cosas tan obvias y simples como el efecto placebo. Me explico: El mentado efecto placebo aparece en el siglo XVIII. Desde aquel entonces, cuando querían probar la efectividad de algún nuevo medicamento se lo daban a un grupo determinado de enfermitos, y a otros, se le suministraban pastillitas de azúcar en lugar del medicamento que estaban probando haciéndoles creer que era el medicamento.

Para sorpresa de los médicos, un número muy elevado se curaba con las pastillas de azúcar al creer que estaban siendo curados con el medicamento de laboratorio. Obviamente esto era bueno para los pacientes, pero un mal negocio para la industria. Esto del efecto placebo continúa hasta nuestros días, nada más que sólo la industria sabe los resultados.

Allá ellos y su consciencia. Lo que quiero decirte es que, gran parte de la curación de nuestros males se pueden curar cuidando lo que comes y lo que piensas. Hipócrates - padre de la medicina dijo: “haz que tu alimento sea tu medicina”.

No estoy descubriendo el hilo negro, pero lo que quiero hacer hincapié es en que también te comes a tus vecinos, a tu gobierno y a cuanta porquería se te cruza en el camino, y eso, lo que piensas, te hace tanto daño o más, que cinco tacos de canasta y dos peksis.