En días recientes comerciantes del mercado de La Cuchilla y de El Hidalgo se enfrentaron con elementos policíacos, además de la Guardia Nacional, luego de un cateo y aseguramiento de mercancía apócrifa, quejándose los segundos de heridos por disparos de proyectiles de gas lacrimógeno.
Un proyectil de esta similitud fue el que asesino al niño Tehuatlie Tamayo, en el caso del caso de San Bernardino Chalchihuapan de julio del 2014, lo que en estos momentos forma parte de una nueva investigación para llevar a la justicia a los responsables.
Pero ya no se extrañe más, a partir de ese enfrentamiento y de ahora en adelante, cualquier tipo de manifestación y desalojos, que tengan que ver con la presencia de la Guardia Nacional, va a tener el riesgo de que disparen a la multitud ya sea con balas de goma y proyectiles de gas lacrimógeno.
Y es que de acuerdo con reportajes nacionales, el gobierno federal adquirió más de 25 mil proyectiles de marcajes de diversos colores, del calibre 68, además de cartuchos con sustancias químicas como la capsaicina, un compuesto químico que provoca ardor en boca, nariz, ojos, además de náuseas y vómito se usan para disuadir manifestaciones.
Además de estos proyectiles, que para este momento ya deben de estar en posesión de la Guardia Nacional, el gobierno federal se va a gastar otros milloncitos para comprar lanzadores semiautomático, tipo fusil, del calibre .68.
Que según todo este armamento y proyectiles van a servir para el entrenamiento de las fuerzas federales.
Sin embargo, este tipo de "entrenamiento" ya fue utilizado para disuadir comerciantes en un desalojo.
Que malo que abrazos y no balazos sean tratos para las organizaciones criminales y que malo es que para una simple manifestación de protesta se preparen a combatirla con todo, un claro abuso de autoridad y violación a los derechos humanos.
Nos vemos cuando nos veamos.