Por lo que se puede ver en las redes sociales, el 2021 se recibió con alegría y esperanza. A pesar del optimismo de las primeras horas, debemos ser conscientes que será un año complicado. La pandemia no cede. Estamos enfrentando una dura situación económica que se ve reflejada en desempleo, reducción de sueldos y cierre de empresas. En algunos lugares de México, la inseguridad y la violencia han aumentado.

Ante esta situación, mi deseo es que templemos al Año Nuevo.

Temple viene del latín tempus, y está relacionado con la temperatura. Se vuelve templado algo que estaba muy frío o caliente. El temple se aplica al trabajo con ciertos materiales como el vidrio o metales que son sometidos a cambios bruscos de temperatura para aparejarlos y darles mayor resistencia.

Temple es uno de los conceptos más usados en el lenguaje taurino. Y aunque hay muy variadas opiniones y definiciones del término, las discrepancias pueden resumirse en dos. La primera: el temple significada  adaptar la suerte a la velocidad de la embestida del toro; esto implica armonizar los movimientos de toro y torero, de tal manera que la res no alcance capote o muleta. La segunda: el temple tiene que reducir la velocidad inicial de la embestida del toro, imponiéndole una más lenta mediante el movimiento de las telas.

Tratadistas como José María de Cossío y matadores como Paco Camino se decantan por la primera acepción. En la enciclopedia Los Toros, Cossío dice que templar no es sino adecuar con precisión la velocidad con que se imprime al engaño a la que el toro viene desarrollando en su acometida. El torero sevillano coincide: “El temple es acomodarse a la embestida del toro, no es una cosa que puedes imponer”.

Por el otro lado, para el escritor Federico M. Alcázar templar es que el toro se someta a las suertes. Luis Bollaín concuerda y define temple como el “poder mágico del hombre sobre la fiera, en el sentido de hacer que ésta frene su marcha, ponga su acometida a un ritmo más lento” (El toreo”, 1968).  Juan Pons Negrovernis decía que Belmonte podría, incluso, parar al toro a la mitad de un lance para, “cuando el capote maravilloso lo invitase de nuevo a seguir el viaje, continuar su arrancada hasta completarla totalmente.” Sobre esta misma línea Antonio Bienvenida explicaba que “templar es la capacidad que tienen algunos, pocos, toreros para “frenar”, digamos así, la embestida del toro, algo inefable, pero existente.” Cuentan que en los tentaderos, junto con sus hermanos, cronometraban la duración de un lance para intentar, con precisión matemática, que los siguientes fueran más lentos.

El bibliófilo Luis Ruiz Quiroz realizó magnífica recopilación de explicaciones de lo que es el temple. Después de presentar 181 testimonios distintos escritores, tratadistas, toreros y periodistas, concluye que “el temple es impuesto por el torero, y que el toro es el que se adapta o acopla a la velocidad de los engaños”.

Donde sí hay coincidencia y de ahí lo que necesitamos hacer frente al toro del 2021, es que no se puede aguantar si no se templa. Para templar a un toro (o a un año) hay que llevarlo dominado o toreado. Para lograrlo, el matador tiene que superar sus limitaciones físicas, su torpeza humana, así que también debe templar sus emociones, dominar su cuerpo y así evitar la herida o la cornada. Como decía Federico M. Alcázar, templarlo como los metales, al fuego de la emoción. Ese temple es lo que dará dureza –para resistir–, pero también flexibilidad para adaptarnos.

Curro Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana” decía que, como el toro viene a cornear lo que ve, el secreto está en aguatar “en echarle las manos al suelo para que humillen, en llevarlos toreados, y en romperles el camino que traen” (citado en Ruiz Quiroz, L. “el temple en el toreo”, 2010, p.61). Guillermo H. Cantú complementa: “Suavizar, poner en tensión moderada, sosegar, contener, mezclar un elemento con otro para mitigar su actividad común, afinar, aplacar la ira o la violencia e incluso comenzar a calentarse” (Muerte de Azúcar, 1984, p.148).

En resumen, responder con suavidad a la violencia, pero también con firmeza. Así lograremos que la brusca acometida del 2021, se transfigure en una armoniosa embestida. Mis parabienes a todos los lectores y qué Dios reparta suerte.