Inmersos en las terribles noticias diarias del fallecimiento de más y más personas víctimas de Covid en nuestro país, en el estado de Puebla y en el mundo, fuimos testigos del cambio de poderes en el país vecino y conocimos las primeras directrices que, sin duda, cambian radicalmente muchas de las que conducía el anterior presidente.
Mucho todavía hay que observar pero, por lo pronto, pudimos observar que para los estadounidenses el cambio efectivamente llegó.
El presidente Biden firmó horas después de rendir protesta, órdenes ejecutivas con las que inicia una nueva era en ese país. Dos de estas órdenes ejecutivas se refieren a temas que nos agobian en México.
El presidente Biden inició por reconocer la gravedad de la pandemia, lamentó los 4 mil decesos diarios que tienen y la “desesperación” de los afectados. Ordenó entonces la implementación inmediata una nueva estrategia para acelerar la vacunación, para reforzar las medidas de prevención -entre ellas el uso obligatorio de cubrebocas- y “ofrecer alivio económico” a las familias que lo necesitan.
La segunda es la orden ejecutiva para mitigar el impacto económico que les ha dejado la pandemia.
Ordenó garantizar la alimentación de los estadounidenses y proteger el empleo y a los trabajadores, mediante un Programa de Asistencia Nutricional y un mecanismo para que los hogares de ingresos bajos sean elegibles para beneficios de emergencia y accedan a pagos directos de los paquetes de ayuda, entre otras. Esto, sin duda, nos lleva a comparar lo que pasa en nuestro país.
Desde el origen pareciera que no se acaba de reconocer la gravedad que estamos viviendo en México. No hay claridad en los cómo, desde el gobierno, se dimensionan los problemas del país. No contamos con un programa que mitigue el impacto económico de esta crisis sanitaria.
Las órdenes ejecutivas que podrían ser en nuestro país los Decretos que suscribe el presidente, han generado una percepción de desorden y de instrucciones contradictorias entre el Subsecretario “responsable” de atender la pandemia, el propio presidente de la República y hasta del Secretario de Relaciones Exteriores; primero, que van a llegar tantas vacunas y luego que siempre no; que se vacunarían a los médicos/as que se encuentran en primera línea atendiendo a las personas contagiadas en los hospitales y después a los de más de 60 años; pero luego que también a los “servidores de la nación” y a los maestros/as en Campeche; que la responsabilidad de la vacunación es del gobierno y después que ya pueden comprar vacuna los gobiernos de los estados y los particulares; quien sabe a cuantos más a estas fechas se les esté ya vacunando.
Estos parches hablan de que no existe claridad en ese Plan de Vacunación, no conocemos las metas específicas, los tiempos, los grupos de vacunación, cómo se va a evaluar la eficacia del Plan y eso, peligrosamente, está provocando el uso político de la vacunación.
El problema mayor es que esa percepción de desorden y de instrucciones contradictorias incide en los estados de la República.
Por ello, el pasado 18 de enero presenté un Punto de Acuerdo para Exhortar al Gobernador del Estado y al Titular de la Secretaría de Salud a compartir con el Congreso del estado de Puebla, el Plan Estatal de Vacunación que, si bien debe derivarse del Plan Nacional de Vacunación anunciado por el Presidente López Obrador, debemos conocer la implementación que se seguirá en el estado de Puebla, más aun cuando se anuncia el inicio de la vacunación masiva contra el Covid-19 en el país desde el día 12 de enero, tras la llegada de 439 mil 725 dosis de Pfizer, que el propio presidente declaró se distribuyeron en toda la República Mexicana:
"Hemos iniciado ya el programa de vacunación contra Covid-19, en términos generales se trata de vacunar a todos los mexicanos y también a residentes de países extranjeros en México, a todos. Es vacunación universal y gratuita, ya se definió como estrategia el que primero se vacune a trabajadores del sector salud que están en hospitales salvando vidas”.
El Punto de Acuerdo fue turnado a la Comisión de Salud y espero que, por la urgencia del tema, lo dictaminen lo más pronto posible; los números que tenemos en el estado de Puebla lo obliga: 7 mil 050 muertos y 56 mil 148 contagiados.
Espero también que el mensaje difundido por el propio presidente López Obrador la tarde-noche del domingo -que ha dado positivo a Covid- incida también de una vez por todas, en cambiar esa percepción de desorden y de contradicciones.
Que se declare el uso obligatorio del cubreboca que, por cierto, él nunca ha querido usar. Que modifique su discurso ya que hasta el del mismo domingo por la mañana en su gira por San Luis Potosí -como han sido todos sus discursos desde el primer día de su gobierno, hasta ahora- ha fabricado realidades ficticias: que ya se logró aplanar la curva, que estamos saliendo, y hasta que ya se ven “lucecitas” en el control de la pandemia, que ya nos recuperamos económicamente, que ya recuperamos los empleos perdidos; solo realidades ficticias.
La única realidad en nuestro México es que, hasta hoy, han fallecido 149 mil 614 personas y hay 1 millón 763 mil 219 contagiados. Uno de ellos es ya, lamentablemente, el mismo presidente de México.
Deseamos todas/os su pronta recuperación, señor presidente López Obrador.