Según datos del INEGI 2021, las tortillas de maíz subieron su precio en promedio 11.3 por ciento en la primera mitad de junio frente a la misma quincena de 2020, siendo el mayor incremento registrado en los últimos nueve años. El Grupo Consultor de Mercados Agrícolas vincula el incremento con una menor oferta de maíz debido a la reducción de la superficie sembrada en Sinaloa y Tamaulipas a causa de la falta de agua en las principales presas.

De acuerdo con datos de Tláloc Puga, en El Universal, México es el mayor consumidor de tortillas en el mundo, con un consumo promedio individual anual de 75 kilos. Los precios han variado desde 14.63 pesos por kilo en la Ciudad de México hasta 27 pesos en Hermosillo, Sonora.

La tortilla es el alimento principal de los mexicanos, especialmente de las familias más pobres, siendo para estas, en gran medida, su único alimento.

Una larga sequía que ha afectado a dos terceras partes de México, al igual que la Costa Oeste de Estados Unidos y Canadá, podría empeorar en las próximas semanas.

Los pronósticos advierten sobre altas temperaturas, daños a los cultivos y escasez de suministro de agua en varias zonas, incluida la Ciudad de México (FORBES, 2021). La inversión pública en infraestructura disminuyó en 64 por ciento y la inversión en agua potable 78 por ciento con relación a 2018, según expertos.

De acuerdo con EQUIDE, Investigación de Impacto Social de la Universidad Iberoamericana, se estima que la pobreza pasó de 52 millones en 2018, a 67 millones de mexicanos a marzo del 2021, casi 15 millones de nuevos pobres después de la pandemia Covid-19, y la carencia de acceso a la alimentación se incrementó de 25.5 a 46.2 millones de personas. Las ayudas sociales no están cumpliendo su objetivo.

Aunque la sequía podría considerarse normal, ha empeorado debido al cambio climático que avanza muy rápido a nivel mundial. La falta de maíz es debida a la reducción de la superficie por escasez de agua y a la falta de apoyos gubernamentales por una drástica reducción de los presupuestos públicos. Ambos problemas amenazan la seguridad alimentaria y acrecientan la pobreza de las familias.

La falta de agua y alimentos son las principales causas de rompimiento de la convivencia y gobernabilidad de cualquier país. Y no hablamos de intentonas golpistas internacionales. Son realidades comprobadas muchas veces.

Los principales problemas nacionales son hoy la Pobreza; Inseguridad Pública y Alimentaria; Salud y falta de Medicinas; Sequía; Falta de Agua y Deterioro Ambiental; y la gran división que cada día se promueve, desde el poder, entre los mexicanos.

Por eso sorprende que la prioridad nacional hoy sea una consulta para juzgar a los expresidentes cuando no hay tortillas para las familias, no hay agua, no hay medicinas y no hay seguridad pública. La aplicación de la Ley no puede ser motivo de consulta. Se aplica y ya.

Lo que urge es la búsqueda de soluciones a los problemas nacionales a través de la implementación de políticas públicas, programas y proyectos que atiendan las verdaderas necesidades de la población, los programas y ayudas sociales contienen la pobreza, pero no la resuelven si no se acompañan del fomento productivo y económico. 

Con motivo del inicio de la LXV Legislatura Federal, de varias legislaturas estatales y de administraciones municipales, en el PRI seguimos comprometidos con el desarrollo nacional, regional, estatal y municipal. Trabajamos en una Agenda del Campo y el Agua para identificar, integrar y proponer las Políticas Públicas que requiere la sociedad mexicana, misma que habrá de concretarse escuchando a quienes tienen el conocimiento y las soluciones más viables.

Una Agenda Política del Campo y el Agua que considere programas y presupuestos para fortalecer la Seguridad Alimentaria en Granos Básicos, Leche, Huevo y Carne, así como el apoyo a la agroindustria.

Políticas de apoyo a los pequeños productores de autoconsumo y desarrollo integral de las cadenas productivas, desarrollo regional, capacitación y asesoría, centrales de maquinaria y servicios técnicos, servicios sanitarios y de inocuidad, financiamiento, comercialización y desarrollo de nuevos mercados.

Asimismo, apoyo a la agricultura de conservación para recuperar el suelo y agua, agricultura protegida para reducir los impactos del clima y agricultura orgánica para fortalecer la sanidad de alimentos y cuidado del ambiente, seguros para la protección de las cosechas y fortalecimiento de la ganadería, pesca y acuacultura, para una mayor productividad.

Destinar mayores inversiones para el abasto, tratamiento y reúso de aguas residuales. Fortalecer el uso de energía solar para el bombeo de agua, que resuelva el problema de las altas tarifas existentes que hoy asfixian financieramente a los sistemas municipales y a las sociedades de riego agrícola.

Además, se debe vincular la reforestación con la protección de los acuíferos y mejorar su recarga. Aplicar programas de recarga artificial de acuíferos que reviertan la sobreexplotación y recuperen los volúmenes perdidos de agua de los pozos y manantiales. Recuperar el apoyo para tecnificación del riego agrícola, mejorar la productividad agroalimentaria y liberar volúmenes para uso público en centros de población, entre otros.