En el circo de la 5 Poniente, ayer los diputados nos regalaron otra reforma de esas que nada resuelven y que sólo engrosan la burocracia, la Ley del ridículo

Las reformas al Código Penal aprobadas por 35 legisladores para imponer de seis meses a cuatro años de prisión a quien realice llamadas falsas a números de emergencia, resultan un claro ejemplo de que se legisla sobre las rodillas.

Si existe un problema en la Fiscalía General del Estado es el retraso en las carpetas de investigación. Presentar una denuncia por el robo de un coche puede llevar más de 24 horas.

¿De verdad los diputados creen que alguien va a perder entre 8 y 12 horas a la FGE para presentar una denuncia por una llamada de auxilio falsa?

De acuerdo con los datos de los propios legisladores, cada día se reciben 8 mil 200 llamadas bromistas, ¿Va a destinar el 911 a todo su equipo jurídico para armar los expedientes y denunciar a quienes se quisieron sentir graciosos?

La respuesta es obvia: no.

Entonces ¿para qué legislamos? Es claro que esta reforma será letra muerta. Nadie irá a denunciar y por ende nadie acabará en la cárcel ni pagará una multa por andar mintiéndole a los cuerpos de emergencia.

Algo similar pasa con la aprobación de cancelar la licencia de manejo a quienes participen en los llamados “arrancones”. Para esas personas lo más sencillo será tramitar su licencia en otro estado y punto, una vez más, burlarán la ley.

Regresemos a los falsos gritos de auxilio.

La mayoría de estas llamadas se realizan desde teléfonos públicos, por niños y menores de edad en general, que ante la ley no son sujetos de que se ejerza acción penal en su contra.

¿De verdad nuestros diputados y diputadas no tienen temas más importantes que legislar? Ahí están la Ley de Desaparecidos o la despenalización del aborto. Pero para esos temas les faltan muchos productos de gallina.

A dos días de que concluya su periodo, les dio por sentirse productivos, pero en sus prisas no se pusieron a reflexionar ni lo más básico. Si se supone que más de 8 mil personas diariamente cometen este delito, ¿en qué cárcel cabrían todos los simpáticos que usan los teléfonos para burlar al 911?

Esta Ley del ridículo los convertirá en el hazmerreir de la sociedad, porque quien tenga pensado gastarse una broma, la hará simplemente porque sabe que la impunidad estará de su lado. 

En todo caso si lo que se buscaba era que los cuerpos de emergencia no desperdicien tiempo valioso en estar atendiendo bromas estúpidas, deberían avalar una partida presupuestal para crear campañas de concientización, pero ni para eso les alcanzó… el tiempo, ni el cerebro.