Durante este año, se estima que 270 millones de personas en el mundo estarán enfrentando una escasez de alimentos que podría costarles la vida, en comparación con los 150 millones registrados antes de la pandemia por Covid-19, según un análisis del Programa Mundial de Alimentos de la Agencia de las Naciones Unidas que se enfoca en combatir el hambre.

Asimismo, más de 820 millones de personas padecen hambre, pero un número mayor tiene problemas de sobrepeso y obesidad, dice la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). La crisis económica, derivada en un alto grado por la pandemia, ha disparado las cifras de hambruna como no había ocurrido en los últimos 10 años.

Desde 1979, la FAO estableció el 16 de octubre como Día Mundial de la Alimentación con el propósito de hacer conciencia sobre el problema alimentario y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.

Este año 2021, el lema elegido por esta organización es “Alimentos inocuos ahora para un mañana saludable”. Y es que, la cifra de la población con hambre ya lleva varias décadas sin moverse. Ha llegado hasta los 920 millones de personas y algunos estudios indican que hay mil 200 millones de personas que viven con ingresos de un dólar diario.

Con base en estas preocupaciones, recientemente se realizó la Cumbre Mundial sobre Sistemas Alimentarios llegando a la conclusión de la necesidad de modificar las formas de producir y consumir, debido a que los procesos agroalimentarios actuales provocan un tercio de los gases efecto invernadero (GEI) y son causantes del 80 por ciento de la desaparición de las especies animales.

Lamentablemente, la concientización buscada por la FAO año con año no logra su objetivo debido a la ausencia de políticas nacionales y atención de prioridades ajenas a las necesidades sociales. Antonio Gutiérrez, presidente de la ONU, ha advertido de la imposibilidad del cumplimiento de los 17 objetivos de desarrollo sustentable para el año 2030.

Los sistemas alimentarios en países como México están hambrientos de políticas, presupuestos y apoyos. Ha faltado atención integral a este y a muchos problemas nacionales, estatales y municipales. Se abandonó la planeación nacional.

Hoy tenemos tantos problemas que no sabemos por dónde empezar. Lo poco avanzado se ha ido destruyendo sin proponer nada ni mejor ni peor. La austeridad republicana está saliendo muy cara.

Y mientras no identifiquemos seriamente los problemas, definamos las acciones de solución, delimitemos responsabilidades, cuantifiquemos las necesidades totales de recursos y, establezcamos plazos y etapas de atención a la problemática, nos vamos a seguir hundiendo. 

La escuela abandonó la parcela, el huerto y la granja escolar. Se dejó de enseñar a los niños y jóvenes como producir sus alimentos. Las escuelas y universidades agropecuarias nunca han integrado a sus contenidos curriculares y de investigación, las necesidades de las familias más pobres. Preparamos profesionistas solo para condiciones favorables; no se enseña a producir en condiciones desfavorables, donde está el 80 por ciento de los productores.

Se requiere apoyar a los campesinos y productores a realizar prácticas para mejorar su parcela, conservar el suelo y el agua, evitar contaminantes, mejorar su alimentación, incrementar rendimientos, conformar volúmenes para vender mejor y aumentar ingresos, en un proceso de aprendizaje conjunto. Se requiere, también, capacitación y asistencia técnica, la cual han abandonado los gobiernos. Hay hambre de capacitación y asistencia técnica.

De igual forma, es necesario mejorar los métodos de producción agrícola, tecnificar la ganadería en aspectos tan básicos como la alimentación, las instalaciones, mejor genética, cuidar la salud. Se debe recuperar la pesca en ríos, mares y cuerpos de agua. Se requiere de políticas públicas reales que apoyen los servicios técnicos y el fomento productivo, el desarrollo y adopción tecnológica, así como el financiamiento y la comercialización.

Este Día Mundial de la Alimentación 2021 nos encuentra con un escenario muy complicado. Por falta de apoyos e incidencia de sequías, se han dejado de sembrar más de 3 millones de hectáreas que, entre otros efectos, ha dado como resultado el incremento sustantivo de la importación de maíz, soya y trigo, con cifras cercanas a los 19 millones de toneladas anuales.

Con las medidas de protección establecidas en Rusia para no exportar trigo, de Brasil para no exportar sus granos o de Vietnam que no exportará arroz, lo que veremos en los próximos años será una fuerte presión sobre los precios de los alimentos básicos como ya lo hemos sentido con la tortilla y el pan.

La alimentación es un gran reto para las nuevas autoridades estatales y municipales.

Por cierto, deseo mucho éxito a los presidentes municipales que esta semana inician responsabilidades.