No todo lo que brilla es oro y en Acción Nacional la elección para la presidencia estatal podría resolverse hasta enero una vez que se desahoguen todas las impugnaciones que se interpongan por parte de Genoveva Huerta, siempre y cuando no se llegue al tribunal federal.

Ante el cúmulo de irregularidades cometidas por ambas partes, las denuncias no paran y hechos como la desaparición de 27 paquetes electorales, prenden las alertas al triunfo de Augusta.

Los 27 paquetes serán un tema que se cocine a fuego lento, porque difícilmente se podrá explicar cómo es que se extraviaron antes de llegar al Comité Directivo Estatal; y aunque estos aparecieran por “arte de magia”, sería imposible sumar esos votos porque la cadena de custodia fue claramente violada.

Por el lado de Genoveva, sueñan con que San Marko, con esos argumentos les haga el milagrito declarando nula la elección azul.

Las huestes morenovallistas hacen cuentas alegres y aseguran que el fraude electoral es evidente, ya que al tratarse de 27 de 104 paquetes totales, los “desaparecidos” representarían una cuarta parte de los votos, porcentaje suficiente para que desde el Comité Ejecutivo Nacional pudieran declarar la nulidad de la elección.

Con este antecedente, es difícil imaginar cómo reaccionará la Comisión Organizadora Electoral y sobre todo porque el CEN estaría reconociendo la mapachería de su militancia.

Al CEN del PAN no se le caracteriza por velar por la democracia partidista, recordemos que a principios de agosto dio muestra de su imposición al determinar que en Puebla sólo podría haber candidatas mujeres, beneficiando —en ese momento—, la reelección de Genoveva Huerta.

Fue esa determinación nacional, avalada por Marko Cortés, la que comenzó a prender el fuego y caldear los ánimos de los panistas de Puebla que después de perder el partido a manos de Moreno Valle vieron la posibilidad de recuperar sus siglas.

De a poco en poco, los panistas fueron aglutinados — tal y como ayer lo citamos— por figuras como Eduardo Rivera para “salvar al partido”; y en ese ejercicio de sobrevivencia, le dieron la espalda a la dirigencia estatal de Genoveva que en la última elección los abandonó.

La contienda del domingo no fue una competencia, se trató de una guerra civil donde imperaron los golpes bajos, y en donde la dirigencia nacional, tan acostumbrada a ignorar a los poblanos, fue incapaz de ponerlos en orden.

Queda claro que a Marko Cortés realmente ya no le interesa Puebla ni los votos que podría representarle porque está convencido de que tiene a los liderazgos locales controlados, se trata de un yerro que tras la tormenta podría generarle una dolorosa derrota en 2024.

Así las cosas, es evidente que Genoveva estirará la liga esperando su regalo navideño de parte de Marko Cortés, mientras Augusta y el riverismo aguardan la ratificación de su triunfo.

Irónicamente, el mismo PAN morenovallista que se especializó en la alquimia electoral, ahora se dice víctima de los mapaches yunquistas.

Bien dicen que “el que las hace, no las consiente”.