La sombra de la prohibición amenazó nuevamente a la fiesta brava. Ahora fue en la Ciudad de México en donde la comisión de "bienestar animal" votó una resolución a favor de la eliminación de las corridas de toros, algo que desde hace tiempo se ha sido una constante.

Es importante aclararle tanto a los diputados, como a la sociedad misma que la discusión no es "toros sí, toros no", tampoco sobre los animales o la ecología, se trata de un debate ideológico: de cómo entendemos al ser humano y su relación con la naturaleza.

Cualquiera que ha visitado una ganadería de bravo sabe que toros de lidia son, probablemente, los animales mejor tratados de aquellos que están al cuidado de los seres humanos.

Viven en libertad en amplias extensiones de tierra; las crías son dejadas con sus madres, no les falta alimento y cuentan con atenciones veterinarias que les permite no tener parásitos o enfermedades que les cause dolor.

Las dehesas donde son criados los animales de lidia son reservas ecológicas de incomparable riqueza de flora y fauna. Un muy pequeño porcentaje de machos mueren en público (apenas el 6 por ciento al año, de toda la cabaña brava mundial, según un dato del filósofo Francis Wolff) en un sacrificio ritual en el que luchan para defender su estirpe.

Así que intentar prohibir las corridas de toros con el argumento del bienestar animal o del cuidado de la ecología, es una flagrante mentira.

Lo que grupos animalistas como Animal Heroes intentan es modificar los criterios éticos que han regido a la sociedad occidental en, al menos, los últimos dos mil quinientos años.

Tanto las principales religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo y el Islam) como la ética de filósofos como Aristóteles y Kant han puesto al ser humano como centro y medida de las cosas.

Los animalistas consideran al ser humano como una especie maligna y buscan un nuevo criterio moral: el animal sensible.

La utopía urbanita de los animalistas le dan un mayor valor a un perro que a un niño recién nacido. Esta cosmovisión niega la cadena trófica, es decir, el ecosistema de transferencias de sustancias nutritivas en el que cada animal se alimenta del eslabón precedente y es nutrimento del siguiente.

Señores diputados: Si lo que quieren es abolir el pensamiento cristiano y destruir los valores éticos que han normado a la sociedad occidental, prohibir las corridas de toros es un importante paso.

Pero si lo que buscan es mejorar las condiciones de trato a los animales o cuidar la ecología, quizá deberían de dejar de escuchar a los grupos animalistas radicales y buscar otro tipo de normas para guiar sus decisiones.