En estos tiempos, en los que la división de poderes se diluye entre la lisonja y un abyecto servilismo que sólo pretende la aprobación del lider para alimentar el culto a la personalidad, aterra darse cuenta  que vivimos un proceso que pretende la destrucción de las instituciones que constituyen el patrimonio organizacional del Estado Mexicano.

Es decir, sigue el acoso, entre otros, a los órganos constitucionales autónomos.

En este proceso, la apuesta evidente es por la concentración del poder en una sóla persona.

Parece que el partido gobernante y sus grupos parlamentarios en el Congreso de la Unión, quieren dejar atrás el republicanismo, en el que cada poder u organismo autónomo realiza una función específica, con mecanismos de control constitucional para resolver conflictos.

Entre otras cosas, por ejemplo, para exigir austeridad republicana, se debe respetar la concepción republicana del Estado mexicano, en donde los órganos autónomos, son el resultado de la lucha ciudadana para consolidar mecanismos de control sobre el ejercicio discrecional del poder político.

La presión concentradora y autoritaria, exige someter a los autónomos para impedir que se mantengan activos los mecanismos de control ciudadano.

Sin embargo, todavía somos muchos los que estamos convencidos de que nuestro sistema político resistirá las embestidas que sufren los órganos autónomos y otros grupos sociales que significan contrapesos, como las comunidades académicas y científicas que hoy resisten en el CIDE y en la UNAM.

Los órganos constitucionales autónomos forman parte del mecanismo de racionalización del poder público que se deriva del artículo 49 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que, mediante balances y límites, establecen los controles que garantizan la vigencia del principio democrático y la vigencia de los derechos humanos y sus garantías.

La Corte ha dejado claro que los organismos constitucionales autónomos gozan de garantías institucionales, las cuales constituyen una protección constitucional a su autonomía y, en esa medida, se salvaguardan sus características orgánicas y funcionales esenciales.

El Partido Acción Nacional y sus Grupos Parlamentarios nos hemos comprometido con la defensa de las instituciones autónomas que a tantas generaciones nos costó construir y que el estado mexicano debe preservar.

Acompañaremos, sin regateos, los esfuerzos que despliegan los órganos constitucionales autónomos, los órganos de control y todos aquellos grupos de la sociedad que representan un contrapeso frente al poder, para que resistan y no se dobleguen ante a la embestida presidencial.