Había pasado un año de que cumplí el primer reto, en mi mente estaban aún presentes las 8 horas 15 minutos que hice en 1987, y tal vez por inercia al principio pensé que todo sería igual, un poco de sufrimiento, frío, sed, cansancio, y todo pasaría de manera normal, pero algo que no esperas son esos juegos de la mente, esa voz interior que se convierte en el principal enemigo del competidor.

Pareciera mentira pero la mayoría de quienes hacen ejercicio como amateur, desconocen cuestiones de química, y sólo vieron en la tabla periódica que hay elementos como litio, sodio y potasio que son una base para enfrentar una competición.

Yo no sabía que había una sudoración de litio, uno suda litio, también  potasio, y es una de las consecuencias de los calambres. Si no sólo se trata de falta de una preparación adecuada, el forzar los músculos, esos dos elementos que vimos en la clase de química de la secundaria, son los que nos juegan malas pasadas.

Aunado a ello uno en cualquier competencia va a sudar sodio, entonces te deshidratas y comienza el mayor cansancio.

Hoy he aprendido que el litio es el que te ayuda a tomar decisiones, que ahora sé que no puede faltar en una preparación, y tampoco durante la competencia.

Bajo ese contexto enfrenté 1988 en la madrugada estaba frente al Centro Escolar, fui con mi bicicleta para tomar unos camiones que Salomón Jauli, ese inolvidable personaje para los poblanos tenía listos para poder llevar a los competidores a Alchichica, un tanto la seriedad y el pensar posiblemente en hacer menos de las ocho horas, prácticamente ya había ganado y hasta me había colgado una medalla.

En ese autobús iba con mi compadre Mike, ambos pensábamos en que sería una competencia rutinaria, y así como jóvenes llegamos, nadamos en las heladas aguas de Alchichica, tomamos la bici, y emprendimos el camino a Puebla.

Pero como ya lo hemos dicho, en una competencia de ese tipo, la soledad está presente, cuando vas nadando más de un kilómetro escuchas el agua, pero no la gente.

Esa soledad ya en la bicicleta me hizo pensar, no había voces externas que me impulsaran, por eso ya en las inmediaciones de la ex Hacienda Tamariz, por mi mente pasó el mucho pedalear y sentir que no avanzaba, esa luz al final del túnel que había estado presente un año antes desde que había subido a la bicicleta pues no la vi ese año.

Entonces sucedió lo que horas antes no esperaba, llegó el pensamiento qué hago aquí”, es posible que ese pensamiento se deba a la falta del litio, y entonces frené con todas mis fuerzas, me bajé de la bicicleta, y le pedí un aventón a una pick up que pasaba y me trajo a Puebla.

Pensando en ese momento en una derrota, tal vez un fracaso, o quizá que estaba perdiendo mi tiempo, muchas cosas pasan cuando sientes el deseo de abandonar la competencia.

Ahora 33 años después me doy cuenta de algunos errores, y decir que es importante siempre estar preparado mentalmente, puede ser que el tema del litio y la sudoración sea un tema de alimentación, o de complementos alimenticios, pero siempre se debe tener la mente muy clara porque siempre existirá el riesgo de que en un momento decidas abandonar la competencia.

Pero si la mente es muy clara, a nivel de estar en el final, visualizarte cruzando esas cuatro letras que forman la palabra que cualquier competidor quiere ver “META” entonces se logra.

La segunda experiencia fue de un gran aprendizaje con el tema de la mente y el litio, y si bien días después de la competencia tenía incluso una cruda moral por haberme rendido, hoy puedo decir que ese 1988 gané en aprendizaje, no fue una derrota.