Sean héroes como el de la #501 de Nacozari, u otros miles de anónimos, los trenes hicieron a este país. Turbulentamente transitamos por la Revolución y su ruina, la nacionalización de Lázaro Cárdenas, la privatización por Ernesto Zedillo, pasando por todos los anuncios contemporáneos de puro pájaro nalgón.
Aunque los reflectores estén en el Tren Maya, y en menor medida en la desgracia del Interurbano de Toluca, aprovechemos para ojear diferentes propuestas en el territorio.
Corredor Transístmico
El Istmo de Tehuantepec fue del imaginario continental como opción para no circunnavegar el continente. El ferrocarril, entre Salina Cruz y Coatzacoalcos, fue una realidad con Porfirio Díaz solo para arruinarse contra el nuevo Canal de Panamá. Ni Zonas Económicas Especiales del 2016, Plan Puerta de América del 2013, o Puebla-Panamá del 2001 pudieron imbuirle vida o competitividad.
Aún así, AMLO prometió revivir económicamente al sureste con el Corredor Interoceánico, órgano descentralizado de afiladísimos dientes que fagocitó las concesiones portuarias de Coatza y Salinacrú junto a la concesión ferroviaria. Los 200 kilómetros entre puertos parecen aún más largos que los 160 años que llevamos intentando hacer funcionar el proyecto cuando vemos las marranadas que lo harán imposible en esta administración.
De un lado el líder sindicalista Pedro Haces y sus nexos con el CJNG, y del otro Salomón Jara con vínculos con el Cártel de Sinaloa, ¿que qué intereses tienen los morenistas? Pues contratos laborales y grava que vender. Con las elecciones de Oaxaca en puerta, y Jara repitiendo como candidato, el proyecto está virtualmente en la basura.
Tren Bajío
A manera de revivir el plan México-Querétaro de Enrique Peña Nieto, arruinado por la estupidez geopolítica de invitar a China, se intentará conectar desde Guanajuato hasta el aeropuerto de Santa Lucía con casi 50 mil millones de pesos en inversión privada y pública.
Si las diferencias políticas con los estados del Bajío nos hacen tener bajísimas esperanzas, los problemas de tenencia de tierra en el norte de la megalópolis parecen ser problemas insalvables paran su materialización. Son aproximadamente 440 predios ejidales que atravesar con tan solo, por ejemplo, nueve en San Juan del Río.
Vía Monterrey – San Antonio
Los proyectos del emecista Samuel García en Nuevo León tienen partes iguales de secesionista, fantasioso y visionario. Con dos líneas al norte el estado nuevoleonés tendría un tren de carga cruzando por la aduana de Anáhuac y liga directa a Laredo, Texas; mientras, el proyecto de tren rápido para pasajeros Monterrey-San Antonio es un sueño húmedo para la sociedad regiomontana desde la firma del TLC. Faltará mucho que ver antes de opinar.
Tren Coahuilteca
Esta modesta iniciativa, menos de 60 kilómetros, busca ser transporte de personal para la muy bulliciosa zona industrial que ocupa desde Saltillo hasta Ramos Arizpe en Coahuila, con miras de unirse al proyecto del vecino estado de la Sultana. Detrás se encuentran los bigotes del senador carbonero Armando Guadiana Tijerina, así como la capacidad técnica de la ferroviaria alemana Deutsche Bahn y las plantas de ensamble de camiones de la zona. Más escaleras que serpientes.
¿Y Puebla?
Pese a estar en la zona de mayor densidad poblacional del país, Puebla no pasa de ser una central camionera para nuestros gobernantes. El proyecto del tren ligero San Lázaro-Puebla-Apizaco, que terminaría en el Estadio Cuauhtémoc, fue mucho paquete para el tlaxcalteca Mariano González Zarur, y rechazado por el extinto Rafael Moreno Valle al decantarse por el bodrio del tren turístico Puebla-Cholula.
Esa ruta, como bien sabe, fue clausurada por Miguel Barbosa Huerta por ser financieramente inviable, y actualmente está quemando los 18 millones de pesos que dio el gobierno francés para realizar estudios de alternativas. Con 25 años en la concesión, y sin posibilidades de hacer paradas entre estaciones por el tipo de permiso, será un milagro alguna buena noticia.