Hace unos días leía el pedimento que hace el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para ayudar a 7.5 millones de niños y niñas de Ucrania. Imaginé la terrible experiencia que viven en medio de un conflicto armado.
Solicitan apoyo, porque requieren ampliar los programas que salvan vidas para los niños/as y señalan entre otros: “transportar agua segura a las áreas afectadas, colocar suministros de salud, higiene, educación de emergencia lo más cercano posible, garantizar ayuda inmediata para los niños y niñas y para las familias necesitadas vía sus equipos móviles, atención psicosocial a los niños traumatizados por la inseguridad crónica”
Esa terrible experiencia también la viven niños, niñas y adolescentes mexicanos víctimas de violencia armada.
Cientos o tal vez miles de niños, niñas y adolescentes, viven en medio de enfrentamientos armados que los mantienen como víctimas del crimen organizado, viven un estado de violencia permanente en la que se encuentran muchas de las entidades de la República Mexicana y requieren también de programas que salven sus vidas.
No sólo ello, diversos estudios realizados por la Red por los Derechos de la Infancia en México y el Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad, evidencian no sólo el repunte de actividades ilícitas, derivado de la inseguridad que hoy vivimos, sino lo que llaman una “evolución cualitativa”, traducida como los cambios operativos y estratégicos de los grupos de delincuencia organizada para el reclutamiento y utilización de niños, niñas y adolescentes.
En este rubro, organizaciones civiles calculan que entre 25 y 35 mil niños y niñas han sido reclutados por el narcotráfico, utilizados y explotados por el crimen organizado y en su mayoría son menores de edad entre 13 y 17 años, pero también señalan que cada vez está bajando más la edad. (Emmerich, 2011)
El 30 de abril que para muchos es un día de festejo, para estos niños, niñas y adolescentes mexicanos seguramente fue un día más en el que pudieron sobrevivir.
Surgen por ello muchas dudas.
¿Hay programas de cuidados especiales para la atención de estos niños, niñas y adolescentes?
¿Cómo atienden estas instituciones las necesidades específicas de estas víctimas directas e indirectas por las violencias generadas por el crimen organizado?
¿Y los niños/as desplazados por este tipo de conflictos a dónde van?
¿Se estarán atendiendo las causas estructurales que originan estas problemáticas?
¿Hay en marcha políticas públicas que atiendan a la reconstrucción social y a la protección de los niños, niñas y adolescentes víctimas del crimen organizado? Porque leyes en esta materia hay para ello.
¿El gobierno federal, los gobiernos de los Estados y de los municipios, han generado acciones preventivas focalizadas para no ser solamente reactivos?
O, ¿Hay un total abandono institucional? Y tan solo nos estamos refiriendo a los que viven en medio de enfrentamientos armados pero que ha pasado con los niños/as huérfanos producto de la pandemia, ¿dónde están?
La Convención de los Derechos del Niño, que reconoce los derechos civiles, económicos, políticos, sociales y culturales de la infancia, establece que ningún menor de 15 años de edad deberá participar directamente en hostilidades o ser reclutado por las fuerzas armadas. Todos los niños afectados por conflictos armados tienen derecho a recibir protección y cuidados especiales.
Los niños, niñas y adolescentes mexicanos como los de Ucrania y todos los países del mundo son sujetos y sujetas de derechos, los Estados deben crear las oportunidades para su desarrollo.
En México, ¿se han generado programas especiales para su protección en las entidades federativas en conflicto armado? ¿Hay ayuda inmediata para los niños y niñas y para las familias necesitadas y atención psicosocial a los niños traumatizados por la inseguridad crónica? Sin duda más dudas que certezas.
La única certeza es que muchos niños y niñas mexicanos víctimas de los conflictos armados en los que se encuentran muchos Estados de la República por delincuencia organizada, no pudieron festejar el “Día del Niño”.