Cuando un político escribe en redes sociales siempre debe considerar que las mentiras y la falta de congruencia pueden revertirse y exhibirlo como un auténtico farsante.
Esta vez me refiero a tristemente célebre Miguel Ángel de la Rosa, quien reapareció en el escenario político para empujar desde una escuela de dudosa legitimidad, la iniciativa de la diputada Guadalupe Leal para buscar prohibir las corridas de toros.
Este sujeto, deberá considerar que justificar su postura antitaurina con base en una historia plagada de mentiras, no sólo lo va a hacer quedar como un ignorante, sino cómo un auténtico timador.
Resulta que en su cuenta de Facebook, el ex morenovallista y ex dirigente del PRD, decidió que su mejor argumento para justificar su postura prohibicionista hacia las corridas de toros, se centra en que —según él— cuenta con un historial como empresario taurino y representante (sic) de toreros, por lo que se dio cuenta que las corridas son un circo romano.
Me permito retomar un fragmento de lo que De la Rosa escribió en su muro de FB.
“No quisiera entrar en detalles porque todo lo que a partir de ahora puede ser usado en mi contra. Pero te diré que fui empresario taurino y representante de un matador y tuve una extraordinaria amistad con Don Ángel López Lima QEPD y estuve incontables veces en su ganadería. Podré también decirte que tiene 20 años la edad de mi hijo el menor que no voy a una corrida de toros por que me convencí que eso era un circo Romano. Te puedo afirmar que evolucioné o como dice un refrán “es de sabios rectificar” por ello Enrique Nuñez con el que me llevo y me conoce desde esa época me ha dedicado muchos minutos en su programa de YouTube”.
Vayamos por partes.
Dice que no quiere entrar en detalles porque lo que diga, puede ser utilizado en su contra.
Claro que si lo que dice es falso —que lo sabe—, será utilizado en su contra.
¿Pues qué esperaba el señor?
Continúa aseverando que fue empresario taurino.
Estar un día invitado en el palco de la empresa no te hace ser empresario y mucho menos de plazas importantes en donde quienes hemos vivido en este medio nos conocemos todos.
Miguel Ángel de la Rosa, salvo que haya organizado algún festejo de toreo bufo en alguna plaza portátil, jamás ha sido empresario. Y mucho menos en El Relicario o El Pinal de Teziutlán.
Pero no queda ahí, también dice que fue representante de un torero.
En este mundo del toro, en donde reina el respeto entre los actores de la tauromaquia, existen términos que utilizamos para cada persona. Y así como al torero con alternativa se le dice matador, al que aún no toma la alternativa se le dice novillero y al criador de toros se le llama ganadero; a quienes llevan los destinos de los toreros, se les llama apoderados, nunca “representantes”.
Y dice que fue incontables veces a la ganadería de Ángel López Lima, pues sí de verdad lo hizo, resulta inconcebible que jamás haya manifestado su inconformidad, y que 20 años después dice que gracias a esas vivencias como taurino se haya podido dar cuenta que es —según él De la Rosa actual— un “circo romano”.
Suponiendo que así fuera, pues entonces queda claro que el señor es un personaje de muy lento aprendizaje.
Y para rematar, dice que se lleva conmigo desde esa época y que ahora le dedico muchos minutos en mi programa.
Lamento decirle que no, que yo lo tengo registrado como el político lamesuelas del morenovallismo al que cuestioné en persona y lo plasmé en infinidad de columnas.
Si llegué a coincidir con él, debo confesarle que no dejó la más mínima huella en mis registros de memoria que resultan ser bastante confiables.
Y no Miguel Ángel, no me llevo contigo, mi trato contigo es meramente periodístico.
¿Escuela de Caballos o Patito?
Por cierto, el Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE) del Instituto de Ciencias Ecuestres que De la Rosa utiliza para atacar a la tauromaquia no aparece en la Página de la SEP, aunque en la publicidad de su página de Facebook lo presume.
Y por último, nuestro personaje de hoy que “defiende” a los toros, guardó un cómplice silencio en la represión contra sus compañeros, ellos sí seres humanos, que fueron privados de su libertad en el morenovallismo, recordemos al anciano Delfino Flores, un perredista de 90 años que murió en prisión ante el silencio de De la Rosa, mismo silenció que mostró hace 8 años en la represión de Chalchihuapan, donde mataron al niño Tehuatlie, pero al señor le “duelen” los toros.
Que no se equivoque este oportunista político. Nos importan a quienes los criamos y protegemos para que subsista la raza del toro bravo.
Ni más, ni menos.