Una decena de mineros se mantienen por séptimo día bajo tierra tras el colapso en El Pinabete y a pesar de la gravedad de la tragedia, tanto el presidente Andrés Manuel como su mano derecha, Adán Augusto López, los han desdeñado.
Además de los 10 mineros desaparecidos, en la tragedia se incluye a las familias de estos que pasan los días y las noches esperando que una noticia les regrese el aliento, pero la insensibilidad de la 4T nuevamente se hace presente.
Aunque en campaña Andrés Manuel juró que haría lo imposible por recuperar los cuerpos de 63 mineros que quedaron atrapados en 2006 tras una explosión en la mina Pasta de Conchos, Coahuila, su reacción y sus prioridades ante el caso de la mina de carbón El Pinabete ha sido tibia.
Y ello se puede explicar por intereses económicos.
Aunque lo triangulan, al final la mina termina vendiéndole a CFE carbón para producir energía eléctrica, el mismo con el que AMLO piensa que operará su trenecito en el sur del país.
Al margen de los prestanombres y las irregularidades que se han desnudado con el tema de las concesiones, el nombre del senador por Morena, Santana Armando Guadiana Tijerina, ha sido pronunciado como responsable del sitio en donde ocurrió la tragedia.
Guadiana Tijerina también es el hombre que prestaba su avión a Andrés Manuel López Obrador durante la campaña y claro, favor con favor se paga, o en este caso, negocio con negocio.
De ahí la urgencia por decir que es más importante rescatar los cuerpos que sancionar a los responsables. Una acción no excluye a la otra, se pueden realizar ambas en paralelo y son igualmente importantes.
Las fotografías de Andrés Manuel con los familiares de los mineros atrapados contrastan con sus acciones. Por un lado, les promete actuar y por otro destina equipo y rescatistas a Cuba para apoyar en el incendio de una base de almacenamiento de crudo, en la provincia de Matanzas.
La misma escuela, de la indiferencia e indolencia, sigue su brazo derecho. El hombre encargado de la política interna del país, Adán Augusto López, consideró que era más importante reunirse con la corcholata local y comer un chile en nogada en Puebla antes que apersonarse en la zona, dirigir el rescate o acompañar a los familiares.
La desaparición de estos 10 mineros es sólo la punta del iceberg sobre las esclavizantes e irregulares condiciones en las cuales trabajan muchos de los obreros que extraen del subsuelo desde metales preciosos hasta combustibles. Y de estas flagrantes violaciones a la Ley Federal del Trabajo tampoco se ha dicho ni media palabra en La Mañanera.
Se prevé que entre mañana y pasado los equipos de rescate puedan entrar a buscar o rescatar a los mineros, deseamos que los 10 hayan encontrado una burbuja de aire y sean un milagro. México ya no puede con más muertos por la indolencia de un sujeto.