La semana anterior comenzábamos a desmenuzar la problemática que representará para el país el Acuerdo de Apertura contra la Inflación y la Carestía (APECIC). Una iniciativa presidencial con la que se busca bajar la canasta básica 90 pesos, permitiendo la entrada de veintitantos productos sin supervisión sanitaria ni pago de aranceles. Las cosas se comienzan a complicar a tan solo una semana

Dentro del acuerdo existen no solo facilidades para lo que entra, pero limitaciones para lo que sale. El secretario de hacienda, Rogelio Ramírez de la O, permitió –estúpidamente– que se estableciera una moratoria para la exportación de maíz, frijol, y acero y aluminio para enlatar

La problemática con esto se desenvuelve por varias vías. Le explico con algunos ejemplos.  

Por un lado, tenemos a los grandes productores nacionales, como el estado de Sinaloa y sus seis millones de toneladas de maíz. Ante la incapacidad de vender al extranjero no buscarán alivio en el mercado nacional, pero lo guardarán para tiempos mejores, imponiendo mayores presiones a los precios locales

La dinámica internacional del maíz lo mete en una logística global. Sale más barato importar vía barco maíz para el sureste nacional que moverlo por tren a través del país. Esto nos lleva a la siguiente problemática, los acuerdos comerciales de México.  

Nuestro país destaca por la inmensa cantidad de tratados comerciales, aunque realmente solo aprovechemos el de Estados Unidos y en menor medida otro puñito. Pero estas facilidades comerciales vienen con obligaciones.  

El mundo porcino lleva semestres inmerso en un terrible miedo por la fiebre porcina africana. Esta enfermedad hemorrágica, aunque no tiene repercusiones para los humanos, es letal tanto para cerdos domésticos como salvajes (jabalíes).  

Corea del Sur y Japón, que son nuestros mercados por excelencia para los cerdos mexicanos, han comenzado a ver con temor la anarquía sanitaria que imperará. La enfermedad nos rodea por todos lados. Es tan brutal que la industria porcícola de la República Dominicana y Cuba quedaron devastadas entre sacrificios y cercos sanitarios.  

Las repercusiones no solo vendrán en lo alimentario, puesto que todo está conectado hoy en día.  

Vea las declaraciones de los congresistas norteamericanos, que han amenazado con implementar una moratoria parecida pero a la exportación de energéticos, especialmente gasolina. Con una medida así ni aunque Deer Park sea de Pemex la libramos.  

La solución para un problema así de complicado es igualmente compleja. Se necesita ampliar la oferta nacional, lo que conlleva fortalecer cadenas de suministro. Reforzar la industria nacional agropecuaria con fertilizantes, energía, alimentos, sanidad vegetal y animal, transferencia de tecnologías, logística y un enorme etcétera.  

Ahora, si quiere una solución más sencilla tome la propuesta de la diputada federal morenista Patricia Armendáriz. Deje de comer lo caro. Oiga, que lo que está caro es la canasta más más básica. Pues coma pasteles entonces.