Con la Reforma Electoral que plantea el presidente, como uno más de sus caprichos presidenciales y como una estrategia para mantener el poder, muchos son los actores políticos que perderán autonomía, sin embargo, hoy quiero centrar mi comentario en el atropello que se realizará a los estados.
México es un país que durante muchos años mantuvo un gobierno centralizado y eso fue uno de los errores más grandes después de la revolución, porque precarizó las condiciones de los mexicanos que no vivían en la capital.
Sin embargo, con el paso de los años, la creación del IFE (ahora INE) y otras circunstancias, los estados recuperaron parte de esa autonomía que les era negada.
La elección de sus autoridades y representantes (diputados federales y senadores) es parte de esa fortaleza que han ganado las entidades.
Por desgracia, el nuevo capricho presidencial propone la desaparición de los 300 distritos federales, eso para el caso Puebla, es igual a que ninguno de los diputados represente los intereses reales del estado y sus regiones. Lo mismo les daría avalar una ley que atente contra la industria automotriz que colocar un nuevo impuesto para nuestros productores de café, aguacate, limón o flor de cempasúchil.
Y lo harían porque si teniendo el arraigo y la necesidad de pedirnos el voto terminan (salvo honrosas excepciones) vendiéndose al mejor postor, imaginen qué preocupación podrían tener cuando saben que están en el Congreso de la Unión por cuotas o compadrazgos.
Adicional a la falta de representantes en la federación tendríamos el problema de que todas las actividades electorales se regirían desde la federación, no tendríamos un OPLE ni un Tribunal Electoral estatal que permita desahogar los casos con cierta celeridad.
Y seamos realistas, los capitalinos aunque consideren que son el ombligo del mundo, no tendrán la capacidad técnica ni la idiosincrasia necesaria para atender y resolver los casos que se presenten en todo el país.
Si ya en estos momentos y por las prisas del inquilino de Palacio Nacional, las quejas por actos anticipados están en las instituciones electorales estatales, imaginen el show que sería para un organismo, que además será controlado por el propio presidente, atender el ciento de quejas y demandas que se presenten. La justicia simplemente no llegará o lo que es igual, llegará muy tarde.
Dejar que los temas electorales de nuestro estado -y los otros 31 de la República Mexicana- se queden en manos de la federación y en concreto del hombre que se niega a dejar el poder es una afrenta contra la democracia. Es un retroceso de más de medio siglo. Un riesgo para los poblanos y los mexicanos.
Con la mano en la cintura, desde el Palacio Nacional se podrían colocar o quitar gobernadores, como ya sucedió en la historia de nuestro país.
La Reforma Electoral de AMLO, como casi todas sus iniciativas, nos regresan a los tiempos donde el poder se concentraba en un solo partido político y en un solo hombre. No debemos permitirlo.
Norma y los tianguistas
La alcaldesa de Texmelucan gusta de vivir al filo de la navaja. No termina de salir del escándalo por la caída del tanque elevado que mató a dos personas cuando ya se metió en otro problema social.
El anuncio para subastar los terrenos donde se instala el tianguis más grande del sureste del país prendió las alertas entre los locatarios, líderes comerciantes y uno que otro despistado.
La protesta de ayer fue sólo la primera llamada y si Norma Layón no desactiva esa bomba podría estar en la antesala de su destitución.
¿Podrá con el paquete o esta vez sí la echarán del barco?
Veremos y diremos.